Votar a 38° a la sombra no fue una buena idea

Parece que ocurrió hace un siglo, pero sólo hace año y medio que introduje mi voto en una urna en aquellas elecciones generales de julio del 2023, que más que una urna parecía una olla exprés.

Recuerdo que voté por correo en Cullera tras permanecer casi dos horas en una cola donde aparecían y desaparecían, como por arte de magia, gentes que se «guardaban la vez» unos a otros.

Tras depositar mi voto fui a celebrar que no había muerto de insolación a una cervecería cercana donde me tomé una jarra de cerveza que jamás olvidaré. La segunda ya fue más mesurada y la tercera en ingesta normalizada, me permitió brindar conmigo mismo, con la esperanza de haber acertado en aquella elección, que concienzuda y libremente creí haber ejercido.

No sé por qué, pero tuve la certeza de que mi voto serviría para despejar el futuro de mis hijos y el de mis nietos. Y es que uno no puede dejar de ser un sentimental.

Y mientras me tomaba aquella tercera jarra de rubia, espumosa y refrescante cerveza, me sentí bien, incluso satisfecho por mi cívico comportamiento.

Me continúa ilusionando la posibilidad de votar, aunque a estas alturas dudo que mi voto sirva para algo, incluso contribuya a mi bienestar.

Soy de los que creen que la calidad de vida de los españoles está en la alternancia en el poder y esta posibilidad la ofrecen las urnas.

Ahora me doy cuenta que lo que desean todos los políticos es perpetuarse en el cargo a costa de lo que lo que sea y quien sea.

La vida me ha enseñado que los que se perpetúan en el poder van perdiendo frescura, ganas, agilidad, ilusión y deseos de superación…

Se vuelven cómodos, satisfechos y excesivamente conservadores aun creyéndose progresistas.

Se muestran más pendientes de mantenerse en el poder que ser eficientes, útiles, válidos y serviciales.

Y es ahora, en estos momentos, cuándo descubro que no acerté en mi elección, que fracasé estrepitosamente, porque mi voto no ha servido para nada, es más creo que no reconozco a quién voté.

Y no sé por qué pienso, que muchos ganaron habiendo perdido en las urnas, lo que me representa una realidad difícil de digerir.

Es la nueva democracia, donde gana el que pierde y pierde el que gana…

Sí, ganaron habiendo perdido, Podemos, Sumar, ERC, BILDU, PNV, Junts, COMPROMIS… Todos estos ganaron después de haber perdido…

Por contra perdieron todos los españoles, excepto los políticos que viven opíparamente, calentando escaños en el Congreso y en el Senado y alternando en la cafetería a precios de saldo.

Y como soy yo quien administra mi vida, alimenta mi ideología, regulo mi libertad y gano mi independencia, tengo serias dudas de que esto sea así tras observar con verdadera indignación las noticias que hablan de una corrupción a todos los niveles sin que nadie sienta el menor rubor.

No sé para qué sirvió aquel principio de deshidratación en la cola para votar por correo a 38° de temperatura en mi condición de frágil octogenario a pesar de mi amplio sombrero de palma.

Señoritas de compañía, chalés de lujo, queridas, pisos en la Castellana, comidas en restaurantes exclusivos en reservados con vistas a las riadas de Valencia, viajes en Bussines, mordidas, comisiones, fraudes, todo tipo de amnistías…

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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