El Viernes Santo es una festividad religiosa del cristianismo que forma parte de la Semana Santa. Se celebra el viernes anterior al Domingo de Resurrección.
En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está. El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.
En este día, se conmemora la muerte de Jesucristo en la cruz. Según la historia, Jesús fue condenado a muerte por los líderes religiosos de la época y fue crucificado junto a dos ladrones. Después de su muerte, su cuerpo fue bajado de la cruz y enterrado en una tumba.
El Viernes Santo es un día de luto y reflexión para los cristianos de todo el mundo, quienes asisten a servicios religiosos especiales en las iglesias y participan en procesiones y representaciones de la crucifixión de Jesús. Además, muchos cristianos practican el ayuno y la abstinencia de carne en este día como forma de honrar el sacrificio de Jesús.
La celebración anual del Viernes Santo no contempla una fecha fija en el calendario de días festivos. Se lleva a cabo entre los meses de marzo y abril, su celebración depende de la primera luna llena ocurrida después del equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
¿Qué se conmemora en el Viernes Santo?
El Viernes Santo rememora la crucifixión de Jesucristo. Es considerada una celebración religiosa de luto y penitencia por su muerte. Estos son los hitos a los que representa el viernes santo:
- Presentación de Jesús ante Poncio Pilato: Jesús fue apresado y llevado ante Poncio Pilato (prefecto de la provincia de Judea), quien lo expuso ante la multitud junto a Barrabás. Barrabás fue liberado y Pilatos se eximió de la responsabilidad en la condena de Cristo, lavándose las manos.
- Procesión de Jesús: Jesús fue despojado de sus ropas y cargó su propia cruz, siendo azotado y humillado por la multitud.
- Crucifixión de Jesús: al llegar a Gólgota Jesús fue crucificado y flagelado, junto a dos ladrones.
- Muerte y sepultura de Jesús: Jesús murió a la hora novena (3 de la tarde para los romanos). Su cuerpo fue envuelto y llevado a una cueva sellada con una piedra. Resucitó al tercer día.
¿Cómo se celebra la Liturgia del Viernes Santo?
La religión católica no celebra la eucaristía durante el Viernes Santo, sino la «Liturgia de la Pasión del Señor», en la que se recuerda la agonía de Jesús a la hora en la que se estima la muerte de Jesús en la cruz (16:00 horas).
Los sacerdotes visten de color rojo, simbolizando la sangre derramada por Jesús y la fuerza del espíritu santo. En la Liturgia de la Palabra se proclaman las lecturas del profeta Isaías y la Carta a los Hebreos, y se efectúa la «Oración Universal» por la Iglesia, el papa, los fieles, los no creyentes en Dios, los gobernantes y las personas atribuladas.
La celebración culmina con la Vigilia Pascual, siendo tradición en los templos dramatizar el Vía Crucis, conformada por las catorce estaciones que rememoran los pasos de Jesús hacia su muerte.
¿Cómo podemos vivir este día?
Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la abstinencia. Se acostumbra rezar el Vía Crucis y meditar en las Siete Palabras de Jesús en la cruz. Se participa en la Liturgia de Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción. Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento. A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.
Primera Palabra
«Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen». (San Lucas 23, 24)
Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.
Segunda Palabra
«Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso». (San Lucas 23,43)
Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.
Tercera Palabra
«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre». (San Juan 19, 26-27)
La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres. El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.
Cuarta Palabra
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (San Marcos 15, 34)
Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre. Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.
Quinta Palabra
«¡Tengo sed!» (San Juan 19, 28)
La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere. Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.
Sexta Palabra
«Todo está consumado». (San Juan 19, 30)
Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada día.
Séptima Palabra
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». (San Lucas 23, 46)
Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre. Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.
Tradiciones del Viernes Santo
Durante el Viernes Santo, los fieles que deben guardar ayuno y abstinencia de carne, a modo de penitencia.
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