Si nos detenemos a analizar los verdaderos motivos que dieron como resultado los conflictos bélicos en las diferentes épocas, veremos cómo los historiadores coinciden en señalar las causas en las siguientes variantes: Religiosas, políticas, económicas y territoriales. Lo que determina que no fueron las ideologías las causantes de las guerras.
En el conflicto que sigue manteniendo una parte de los catalanes con el resto de España, observaremos que fue la izquierda catalana la más belicosa, resultando que al final se le uniera una burguesía, tradicionalmente de derechas y eclesiástica, en favor de una ensoñadora independencia que les permitiera comer y beber muchísimo más y mejor que al resto de los españoles.
Estos provincianos aprovechados siempre han intentado esconder la auténtica realidad de sus aspiraciones.
Todos ellos han querido mostrar un espíritu de marcado orgullo patriótico catalán, un edulcorado romanticismo, unas ansias de falsas libertades y, sobre todo, unas pretensiones de conseguir la nación que nunca tuvieron.
La realidad es que existen tres frentes bien diferenciados: Por un lado, se encuentra el comunismo internacional que quiere instaurar su régimen en un territorio extraordinariamente estratégico como llave del Mediterráneo, desde donde intentar dominar Europa, algo que en estos momentos representan ERC, CUPS, IU y sus marcas blancas.
Un comunismo que en sus principios no concebía la disgregación del estado, condenando a muerte a los sediciosos.
Por otro lado, se encuentran los exacerbados intereses económicos de la sempiterna burguesía catalana y por último la Iglesia de la Seo de Urgel y Montserrat, que desean hacer de Cataluña una nación más poderosa en cuanto al capitalismo puro y duro, donde su gran referente fuera Suiza, sin desdeñar los ejemplos de, Liechtenstein, Le Mans, Mónaco e incluso una Andorra a lo grande.
Ahí es nada poder manejar el gran potencial económico que todos los españoles hemos logrado levantar en Cataluña. Un territorio que tiene de todo cuánto pueda desear una nación prospera, rica y poderosa en el aspecto puramente comercial, industrial y turístico.
Y en este sector se encuentra la antigua Convergencia y Unión, que luego de sus tremendas corrupciones, se reconvertiría con otras denominaciones, con diferentes polichinelas, dispuestos a colaborar en cada momento con el gran capital.
Y luego quedan los llamados constitucionalistas, cobardones, enfrascados en la lucha por un poder que perdieron hace muchos años y que aún no son conscientes que perdieron.
El problema se les presenta con esta tipología de líderes zafios, mediocres, ilusos, burdos, esperpénticos, vocingleros, vagos y grotescos. Así están hoy, con la crisis más grande de su corta y variopinta historia.
Si no fuera por esta ley electoral absurda esta gente no sería nadie.