No queda muy lejos el tiempo donde llegados los meses de junio y septiembre las cosechas de calabazas eran tan grandes en España, que era rara la casa donde no se recolectase alguna de considerable tamaño.
Aquellas calabazas eran el azote de las familias porque de ella dependían sus vacaciones e incluso la economía doméstica. Si los hijos suspendían, adiós a la playa, porque los niños debían ir a clases particulares.
Ya desde la primera infancia los alumnos se familiarizaban con ellas, hasta tal punto, que los padres, cuando llegaban a casa preguntaban a sus hijos: ¿Qué? ¿Cuántas te han quedado? y los chavales sin inmutarse contestaban: No sé, dos o cinco… O así… Bueno a lo mejor alguna más, porque el profesor me ha cogido manía.
La calabaza era consustancial con los estudiantes, hasta el punto, que, en aquellos años, un alumno sin un suspenso constituía una rara avis; era como una primavera sin mariposas o un verano sin mosquitos.
Los porcentajes en los centros educativos daban como resultado el 25% de aprobados en todas las asignaturas y el resto suspendía de una en adelante, siendo entre el 5 y el 10% los que repetían curso.
Pero empezaron los paternalismos, los traumas, los psicólogos y a veces, hasta los psiquiatras…
Los maestros se empezaron a asustar ante posibles denuncias y empezaron a suprimir los suspensos… no fuese que al alumno le fuera a dar un síncope o cogiese una profunda depresión.
Y se pusieron de moda las calificaciones con caritas. Caritas sonrientes, caritas serias, caritas llorosas… Luego las cambiaron por semáforos; semáforo en verde, ámbar o rojo. Pero los niños sufrían y sus papás y sus mamás desesperaban… Así que empezaron con el Progresa Adecuadamente y el Necesita Mejorar. Y no fue la solución, porque ambas notas no significando nada, significaban lo mismo, porque todos necesitaban mejorar y todos progresaban adecuadamente, según las circunstancias de cada cual.
Así que, para evitar males mayores, todos aprobados y se acabó el problema, incluso a los que les quedaban cinco pasaban de curso.
Y es así como España se ha convertido en el país con más licenciados, doctores, masters y posgrados del universo.
El número de alumnos que aprueban la selectividad, pruebas de acceso, la EVAU, EBAU, o como se llame, se aproxima al 95%. Selectividad que será la última para dar paso a un nuevo coladero.
Me acabo de enterar como determinados centros educativos inflan las notas hasta ver como en este curso escolar 2023-24 los alumnos han obtenido calificaciones de 8, 9 y 10 puntos, así que todos podrán matricularse en Medicina, Ingeniería, Matemáticas, Ciencias Físicas, Farmacia u Odontología… En detrimento de los alumnos de centros honorables que mantienen a duras penas rigor, seriedad, justicia y disciplina.
¿Fontaneros, electricistas, fresadores, mecánicos, albañiles, carpinteros, herreros, técnicos en general…? A estos hay que formarles después de haber terminado la universidad…
Conozco empleados/as de Supermercado, grandes superficies, hostería, conductores y demás oficios, que están graduados en Psicología, C. Políticas, Sociología, Periodismo… Licenciados en Humanidades, Filosofía, Pedagogía, etc. etc.
Naturalmente todos ellos cabreados por haber perdido cinco años de sus vidas estudiando infructuosamente algo que jamás podrán ejercer.