“Santa María la Blanca” no es un nombre habitual para una Sinagoga… Toledo ha destacado durante siglos por la “convivencia” de culturas que ha modificado en muchas ocasiones los rasgos de nombres y lugares originalmente con un destino muy diferente al actual.
La sinagoga de Santa María la Blanca es uno de los monumentos más antiguos de Toledo junto con la mezquita del Cristo de la Luz y los restos romanos y visigodos. Mandada construir por los judíos que habitaban en el barrio llamado «La Judería» a principios del siglo XII (según testimonia la inscripción visible en una de sus vigas). De arquitectura árabe de transición, es decir, de la segunda etapa del arte sarraceno, a primera vista nos parece una mezquita, pero cuando nos adentramos en su interior vemos claramente que es una sinagoga. Nada nos hace pensar que tras los sencillos muros o los jardines que encierran este monumento, nos podamos encontrar con una joya como ésta y, es que así se cumple el proverbio árabe de que «toda la belleza en el interior». Esta es una de las diez sinagogas que llegó a haber en Toledo, pero tras la revuelta antisemita del 20 de junio de 1391 fueron disminuyendo hasta desaparecer prácticamente tras la expulsión de los judíos en 1492. También queda en pie la del Tránsito que es otra de las maravillas que podemos ver en Toledo.
Fue esta Sinagoga la mayor de la judería de Toledo, erigida, según inscripción tallada en un fragmento de viga, en el año “cuatro mil novecientos cuarenta” (1180 d.C.)
Algunos autores apuntan a que casi con toda seguridad la sinagoga fue levantada por canteros musulmanes que le dieron su impronta en el tiempo en el que Toledo era ya hace tiempo una ciudad cristiana.
De acuerdo con una famosa elegía dedicada por Ya’aqob Albeneh al asalto sufrido por los judíos en 1391:
¡Ay de las sinagogas trocadas en ruina, donde han anidado buitres y milanos pues partieron los hijos de Israel. La sinagoga mayor precipitóse en la desgracia; lanza la voz ululante, sinagoga de Israel. Sus puertas yacen asoladas, pues penetraron en ellas las turbas, musulmanes y cristianos que borraron de allí a los hijos de Israel!” (Ya’aqob Albeneh)
A finales del siglo XIV había en Toledo diez sinagogas, y cinco centros de estudio y oración o madrisas (aunque los investigadores no siempre se ponen de acuerdo al respecto), a las que quizás haya que añadir dos más, de las que existen noticia documental. Eran estas diez las siguientes: la Sinagoga Mayor, el Templo Viejo, el Templo Nuevo o Sinagoga Nueva, la Sinagoga Ben Zizá, la Sinagoga del Príncipe Samuel ha-Leví, la Sinagoga del Cordobés, la Sinagoga de Ben Abudarham o de Amalaquim, la Sinagoga de Suloquia, la Sinagoga de Ben Aryeh y la Sinagoga de Algiada. De estas diez, una buena parte desaparecieron en 1391, y sólo se han podido identificar con seguridad el Templo Nuevo o Sinagoga Nueva, que sería la que ahora se llama Santa María la Blanca.
Durante años prestó servicios religiosos a la numerosa comunidad judía que vivía en esta zona de Toledo, protegida por sus propias murallas y recias puertas que la separaban del resto de habitantes de la ciudad. También existen dos versiones sobre sus orígenes: según una de ellas fue construida en el reinado de Alfonso VIII por Ibrahim ben Aljafar, embajador de Castilla ante la corte almohade; según otra, basada en la influencia arquitectónica del arte granadino, la sinagoga no sería totalmente levantada hasta fines del siglo XIII.
Destaca en su arquitectura el estilo mudéjar y la sobriedad exterior y la riqueza de los elementos decorativos interiores, como tantos otros palacios y monumentos de Toledo. El visitante se quedaría muy sorprendido de lo que se esconde tras numerosos muros de ladrillo, piedra y adobe en Toledo. Judíos y musulmanes promulgaron leyes tendentes a restar grandiosidad al exterior limitando de esta manera su altura y ornamentación. Así, y a diferencia de iglesias y mezquitas, las sinagogas carecen de campanarios y minaretes.
La sinagoga se compone de cinco naves, construidas de este a oeste, separadas por arcos de herradura sobre pilares octogonales. La nave central es la más alta, siguiendo un arquetipo basilical. En total se cuentan 32 pilastras, con capiteles adornados con volutas, rombos y tallos con piñas.
Fue en 1411 cuando predica en Toledo San Vicente Ferrer. Todavía hoy se conserva en la iglesia cercana a la puerta de Bisagra de Santiago del Arrabal el púlpito desde donde San Vicente predicó sus sermones e impulsó a que una multitud exaltada derribara las puertas de la judería mayor de Toledo, arrasándola e imponiendo el culto cristiano a esta sinagoga mayor, que a partir de entonces se conocería como “Iglesia de Santa María la Blanca”. En alguno de los pogromos (especialmente el de 1391) por los que pasó esta judería se destruyó la ornamentación más puramente litúrgica quedando tan sólo algunos elementos decorativos.
En 1550, tras introducir algunas reformas, el Cardenal Silíceo creó un beaterio para recoger mujeres públicas arrepentidas. En este siglo, Alonso de Covarrubias, a instancias del cardenal Silíceo, reformó las cabeceras, creándose tres capillas, la central cubierta con una bóveda de media naranja sobre trompas mientras que las laterales son de cuarto de esfera sobre pechinas (estilo Plateresco) El retablo es de Nicolás Vergara El Viejo, realizado en la segunda mitad del XVI.
En el XVIII el edificio fue convertido en cuartel de la milicia, iniciándose a mediados del XIX su recuperación como monumento artístico. Tras la guerra civil española un real decreto del gobierno entrega Santa María la Blanca a la Iglesia Católica.
Ampliamos esta información con el siguiente artículo de Carlos Dueñas Rey sobre la Sinagoga:
¡Cuántas sinagogas hay en ella de belleza incomparable! ¡Allí toda el alma alaba al Señor!
Santa María la Blanca está estructurada por una planta basilical de cinco naves blancas, bien diferenciadas por la separación de numerosos arcos de herradura que descansan sobre pilares ochavados con capiteles de figuras de piña que imprimen a toda la sinagoga un carácter oriental que nos lleva a épocas pretéritas y que evocan el glorioso pasado de la ciudad de Toledo y de su importante judería. La decoración es bastante profusa y aquí una verdadera explosión de cintas, florones con veneras, medallones, estrellas y lirios² muy entrelazados unos adornos con otros, dejan contemplar una armonía preciosa y casi perfecta, difícil de olvidar.
No se escatimó en esfuerzos de trabajo ni económicos y todo fue costeado a expensas de ricos y poderosos judíos que estaban cercanos a la corte, si bien se duda de quién pudo ser el principal promotor, se barajan los nombres de Josef ben Susan (almojarife del rey Enrique VIII) o Abraham ibn Alfechar, que también fue consejero del rey Enrique y también pudo tratarse de David ben Salomón, que era recaudador de impuestos del rey Sancho IV. Torres Balbás cuenta nos dice que esta sinagoga es el mas claro ejemplo del arte almohade en la península. Destacan también las cubiertas de madera de alerce del conocido «par hilera» en las naves laterales y de «par y nudillo» en las medianeras y en la del centro.
Fue sinagoga hasta mediados del siglo XV cuando por la predicación de San Vicente Ferrer, pasó a convertirse en iglesia cristiana de la Orden de Calatrava y dedicada a Santa María la Blanca. El cardenal Silíceo en el año 1550 la convirtió en casa de acogida o beaterio para mujeres arrepentidas uniendo al recinto otras casas colindantes. El conocido maestro Covarrubias fue el encargado de una importante reforma de todo el complejo y el retablo de la nueva iglesia reconvertida se atribuye a Berruguete o a Juan de Borgoña.
En el siglo XVIII la sinagoga fue destinada para que sirviera de cuartel a los soldados de la guarnición de Toledo. De esta época datan las cuevas y tumbas halladas en el siglo XVI así como restos de antiguos edificios muy anteriores a la sinagoga. Hacia la mitad del siglo XIX Santa María la Blanca fue declarada Monumento Nacional y de esta manera no tiene culto ni judío ni cristiano. Pero sí se utiliza como espacio único y espectacular para conciertos u otro tipo de actividades, estando su administración a cargo del arzobispado de Toledo. Recientemente una magnífica iluminación artística nos permite gozar de una manera distinta de este singular monumento y se pueden observar detalles que hasta ahora habían permanecido ocultos.
Bibliografía:
- Toledo en la mano (Sixto Ramón Parro)
- Rutas de Toledo (Lorente, Morollón, Blanco y Vázquez)
- ¹Historia de los Judíos en Toledo. (Mª Teresa Llurba Huguet)
- ²Los lirios evocan la pureza de la mujer judía.
Fotos: David Utrilla
Datos útiles sobre la Sinagoga de Santa María la Blanca:
La Sinagoga Santa María la Blanca se puede visitar en:
Dirección: C/ Reyes Católicos, 4.
Teléfono: 925 227 257