De la Roca Tarpeya nacía una pronunciada pendiente que estaba situada en la antigua Roma con una altura que superaba los 25 metros junto a la cima sur de la colina Capitolina.
Durante la República se utilizó como lugar de ejecución de asesinos y traidores, que eran lanzados desde ella.
En la actualidad hemos llegado a la delirante situación en la que el hecho de haber nacido varón lleva emparejado el título de maltratador, impuesto por un reducido pero vociferante grupo de mujeres, que vienen con el odio impreso contra los hombres, no siendo extraño que reutilizaran la Roca Tarpeya para despeñarnos.
Es la implantación de la misandria en estado puro.
Recordemos que misandria es un término que hace referencia al odio hacia los hombres con clara tendencia IDEOLÓGICA, que consiste en despreciar al varón como sexo y todo lo considerado como masculino.
Tal vez la intención de este femicomunismo de nuevo cuño sea crear un nuevo pecado original, donde el hombre nazca con el estigma de ser un potencial asesino de mujeres, un presunto violador y un posible psicópata.
Ahora los hombres son culpables mientras no se demuestre lo contrario, lo que da un nuevo giro a la anterior tendencia que defendía la presunción de inocencia, ahora en pervertida presunción de culpabilidad.
Los hombres que hayan demostrado ser unos seres pacíficos, que son la inmensa mayoría, podrían ser declarados inocentes, pero siempre serán sospechosos, a no ser que sean de femicomunistas, que entonces el asunto cambia. Sí, porque los hombres de las femicomunistas son sus excelentes cubridores y por tanto exentos de odio.
Es el concepto donde se desarrollan las sectas con el macho alfa de jefe dominante y las hembras siempre dispuestas a defender a su macho a cambio de dominar la corrala.
Son como los rabinos, que se dedican al estudio y a la procreación mientras las mujeres trabajan, administran, programan y controlan.
Es evidente y hay que denunciarlo, que hay hombres que maltratan, humillan, ultrajan y asesinan a mujeres, incluso algunos desean azotarlas hasta hacerlas sangrar y esos hombres no pueden corresponder nunca a la tónica de lo que son la inmensa mayoría.
Esos son unos auténticos delincuentes. A esos que les caiga el máximo peso de la ley, con la misma contundencia que a las denuncias falsas, ahí seria adecuada la Roca Tarpeya.
Que en el Género Humano haya psicópatas, sádicos, esquizofrénicos, energúmenos, bárbaros y degenerados, que atenten contra la vida de sus semejantes, sin distinción de sexo, raza, edad o condición es un hecho que viene repitiéndose desde que el mundo es mundo. Que algunos tengan a la mujer como propiedad privada y dispongan por las buenas o por las malas es un hecho incuestionable.
El que se haya incrementado los asesinatos de mujeres obliga a las autoridades a hacer un análisis serio, riguroso y sincero de lo que está ocurriendo en esta nueva sociedad que ha llevado a España de los 40 millones de ciudadanos a 48 en apenas un quinquenio.
Es lo mismo que está ocurriendo con enfermedades que estaban erradicadas de nuestro pais que han vuelto con inusitada virulencia.
Mientras tanto, sigan con las tamborradas, voceríos y grescas callejeras, sigan creando oficinas, despachos y departamentos y miles de empleos de asesoras, consejeras, psicólogas, orientadoras, delegaciones, gabinetes, direcciones, subdirecciones… para crear una farragosa red de instituciones donde el papeleo, los certificados y la carga documental se estan llevando miles de millones de euros destinados a las mujeres que lo necesitan a vida o muerte.
