Muchos llegan a política por poder y dinero. Es la vida real. Y no es que se pasen al lado oscuro, sino que siempre han permanecido ahí, solo que ahora se sirven de la herramienta de la política para hacer y deshacer a su antojo, creyendo que el partido está para servir a sus intereses personales sin dar explicaciones a nadie y lo peor de todo esto, es que estos tienen a una serie de palmeros a su alrededor que le bailan el agua, consiguiendo que un partido político que tenía posibilidades de cambiar cosas, no llegue a nada. También queman a aquellos que trabajan por un sueño.
Esta ansiedad de algunos es muy grave, sobre todo cuando traicionan la confianza de sus afiliados, demostrando ya sin tapujos que son unos auténticos vividores, estos personajes tienen un único objetivo que no es otro que el de cómo controlar el poder para poder llevar a la práctica lo que tienen en mente, como si fueran dueños del que creen que es su cortijo. Se trata de la marcada tendencia de algunos supuestos líderes de apropiarse del poder sin más, que les hace crecer y actuar como dictadores de los bienes del partido y en lugar de conducirse como delegatorios enmarcados en la temporalidad de su mandato obligados a cumplir y acatar todas las normas internas del mismo, dejan de lado el proyecto común para realizar el suyo propio.
Es aquí donde nacen esas indelicadezas financieras que hacen que el relacionamiento entre los políticos y el dinero genere la discordia popular, la preocupante laxitud moral de algunos genera que proyectos que estaban llamados al éxito acaben en el olvido. La falta de escrúpulos de estos desvergonzados, tienen una única finalidad y es alimentar sus egos para seguir viviendo de su cuento. Cuando se acerca el fin de su mandato, buscan al adulador de turno que le haga el trabajo, continuando en la misma dinámica.
José Antonio Carbonell Buzzian