Recuerdos de un hijo a su madre
Mamá, en mi mente guardo con cariño,
aquellos tiempos junto a ti,
la infancia en el pueblo, sin desdén,
la matanza, el chorizo sin piel sin fin.
El agua fresca de la acequia manaba,
en el carro la transportábamos alegres,
para saciar la sed que el caserío reclamaba,
bajo el sol radiante, sin penas ni sobresaltos.
Las correrías con mi perro fiel,
por el campo verde y extenso, sin ataduras,
la libertad que hoy tanto añoro,
un tesoro que en mi alma perdura.
Tus besos de buenos días, madre querida,
el pan que juntos compartíamos con fervor,
la despedida en la puerta, llena de vida,
y a mi regreso, tu abrazo, mi mejor tesoro.
El dolor de mi partida, aún me persigue,
por el maltrato que sufrí de mi padre,
la culpa que en mi corazón reside,
por haberte dejado sola, madre.
Las duchas en el río, bajo el cielo claro,
el agua fresca y cristalina, sin igual,
el susto del ahogo, un recuerdo avaro,
que aún en mi mente sigue sin final.
Tu ausencia física me duele en el alma,
pues ya no puedo estar a tu lado,
pero te llevo en mi corazón, como un salmo,
y tu recuerdo es mi faro, mi guía iluminado.
Sé que ahora estás en paz, madre mía,
rodeada de luz y de amor eterno,
junto a la Virgen María,
y Nuestro Padre Jesús, el Señor Supremo.
En las noches, cuando el silencio reina,
siento tu presencia en mi frente, tan serena,
un beso suave y cariñoso que me llena,
de consuelo y aliento, una tierna escena.
Al cielo elevo mi plegaria con fervor,
pidiendo por tu eterno descanso, mi anhelo,
y agradeciendo por todo lo que me diste, sin rencor,
mamá, mi tesoro, mi bien más preciado cielo.
Te amo con todo mi ser, madre querida,
aunque ya no estés aquí en este plano terrenal,
tu recuerdo vive en mi alma, sin partida,
y por siempre te recordaré, mi ser inmortal.
Honrando tu memoria, más que un legado,
tu herencia es el amor, un don incalculable,
los años que dedicaste, sin desmayo,
cuidándome con fervor, inquebrantable.
Las rencillas del pasado no empañan mi sentir,
solo quiero recordarte, madre mía, a ti,
tu amor incondicional, me hizo sentir,
la fuerza y el valor para vivir, día a día.
En mi corazón te llevo, grabada con fervor,
tu presencia me acompaña, en cada nuevo dolor,
a la Virgen te encomiendo, en este día especial,
que te cubra con su manto, y te otorgue paz celestial.
Mañana te dedicaré un detalle, con el corazón,
este poema es mi ofrenda, fruto de mi amor,
perdón por mis errores, por la falla y la aflicción,
solo quiero que sepas, cuánto te amé, sin rencor.
Y aunque el amor terrenal puede terminar,
el amor por mi madre es eterno e inmortal
Felicidades, Mamá, en tu día especial.
Te amo por siempre.
Tú hijo José Mari
Reflexión personal:
Mamá, no hay palabras que puedan describir cuánto te extraño. Cada día que pasa sin ti se siente como una eternidad. Echo de menos tus besos, tus abrazos, tu sonrisa y tu voz. Extraño nuestras conversaciones, nuestras risas y nuestras lágrimas compartidas.
Me duele saber que ya no estás aquí físicamente, pero te llevo siempre en mi corazón. Tu recuerdo es mi faro que me ilumina en la oscuridad. Sé que estás en paz, rodeada de luz y amor eterno. Te amo con todo mi ser, mamá, y nunca te olvidaré.
Este poema es un pequeño homenaje a tu memoria. Es una forma de expresar mi amor y gratitud por todo lo que hiciste por mí. Espero que te guste, mamá.
Tu hijo que te ama,