Orondas posaderas y flácidas nalgas

Si esta peña de tribales nacionalistas que los forman separatistas e independentistas tuvieran que gobernar mañana, les daba un patatús. Porque gobernar es trabajar y para estos el trabajo es un castigo divino del que no se hacen responsables.

Porque lo que ellos quieren no es gobernar, ni gestionar, ni administrar; con lo que ellos sueñan es con vivir mejor que los demás siendo unos auténticos profesionales de la vida contemplativa.

Ellos tienen como estrategia amenazar con independizarse aun a sabiendas, que eso es una auténtica ensoñación, una quimera, una utopía, un frenesí.

Ellos son incapaces de gobernar el más pequeño ayuntamiento de su pueblo, como para acometer empresas más exigentes…

Ellos son incapaces de producir nada que no sea rechazo y crispación, porque saben que a ellos la gresca les da de comer, aunque al menor correazo en sus posaderas se duelan lastimeramente.

Ellos pasan del tsunami democrático al rabo entre las patas a la menor colleja.

Ellos quieren conseguir a través de la provocación, el chantaje y el desorden, lo que son incapaces de conseguir con esfuerzo, sacrificio, trabajo, formación y dedicación.

Así llevan viviendo muchísimos años y para disfrazar sus verdaderas miserias se hacen llamar libertadores, progresistas, demócratas, demócratas y defensores de igualdades, igualdades que ellos jamás defendieron, por una razón, porque ellos siempre están a expensas de lo que hagan sus cojos manteca a sueldo.

Si hablasen las mujeres que habitan las masías, los caseríos, las barracas y las aldeas, nos enteraríamos de lo que para ellas representa la igualdad y el progreso procurada por esos hombres amantes del chiquiteo, el porrón, la garrafa, de nalga flácida, manos de mantequilla y lengua trapo prodiga en cantes de falsas libertades, de himnos de inventados ancestros y canciones marineras aprendidas al abrigo de tascas de lunes al sol.

La tarjeta de visita de estas jetas es su supuesto odio a España y su apasionado amor a la tierruca que ellos consideran ocupada por la fuerza.

Para estos aprovechados las esteladas y las ikurriñas son el camino que les lleva a comer más y mejor con el mínimo esfuerzo.

Su espíritu, su poso, su íntimo sentimiento independentista es una filfa, un timo, una falacia para engañar a una España a la que odian, pero estrujan como la ubre de la que penden.

Y para contentar a sus primitivos súbditos a los que llaman charnegos o razas inferiores, piden que se suban los impuestos al resto de los españoles, restarles riqueza, insultarles, robarles y producir todo tipo de barbaridades para después vivir y comer mejor que nadie.

Es su lema: Hablemos de independencias mientras me forro de intendencias.

A estos catetos se les concede la independencia y de inmediato abren sus fronteras para que entre mano de obra barata que les paguen el relleno de pesebres.

Tras las elecciones podrán hociquear entre las parvas de heno fresco recién recibido del resto de España.

Y como ejercicio clarificador sólo hay que indagar los curriculum de los políticos de élite que componen estos separatistas de pacotilla.

Vean la vida laboral de estos andobas que forman las cúpulas de los partidos políticos llamados nacionalistas, cuando lo que en realidad esconden son sus ansias de seguir viviendo del cuento.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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