Oposiciones sin contaminaciones, aditivos, ni aderezos

Estamos en plena temporada de oposiciones para funcionarios del Estado y cientos de miles de españoles se juegan su futuro inmediato después de haberse dejado las pestañas en horas interminables de estudio en cualquier momento del día o de la noche.

Opositores para los que no han existido amaneceres, ni atardeceres, ni períodos de descanso.

Cuando llegará el día que se acaben los padrinos laborales, la designación digital y los aprovechateguis, para dar paso a los que luchan a pecho descubierto por ganarse la vida.

Cuando llegará el día en el que no se le permitan a los «abusadores descarados» enchufar a sus familiares y amigos a costa del erario público, sin más condición que la que se otorga como sublime autoridad…

Ya hasta se conceden direcciones de cátedras sin tener ninguna licenciatura, doctorados con tesis compradas, curriculums a la carta y másteres de bazar.

Cuando llegará el día en el que cada puesto de trabajo lo ocupe el mejor, o la mejor, el más dotado, la más idónea, el más capaz… la más útil, sin que influyan el cacique de turno, el influyente de ocasión, el docto en tejemanejes… Que no influya el sexo, ni la condición, ni la raza, ni su inclinación sexual, ni nada que contravenga el principio de igualdad entre todos los seres humanos…

¿Qué miedo hay? ¿Tienen tanto poder? ¿Son tan peligrosos los que deciden quién debe trabajar y quien no?

Cuándo llegará el día en el que el concurso oposición impere como única práctica para obtener un trabajo digno, libre, justo y equitativo…

¿Qué es eso de regalar plazas de funcionarios del Estado a quienes se saltan el requisito imprescindible de la oposición o han fracasado hasta la saciedad en el logro de una plaza?

Al menos en todas las instituciones del Estado, organismos y administraciones públicas hasta ahora se lo tenían que ganar a pulso…

Mientras seguiremos padeciendo el eterno sambenito de pillos, pícaros, rufianes, chalanes y trileros…

A ver si se acaba con aquello de que, en España, el que no tiene padrino no se bautiza…

¿Qué miedo hay a los concursos oposiciones?

¿Acaso no es el sistema más justo, efectivo y racional?

A ver quién se atreve a abolir el enchufismo, la recomendación, el padrinazgo, la prebenda…

Es la nueva España donde todo se regala… ¡A los de siempre!

Sí, porque si no se tienen agarraderas, los curritos quedarán como siempre a verlas venir…

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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