Lo peor que nos puede pasar es perder la credibilidad y por ello, que la gente no nos considere.
Es esto precisamente lo que está ocurriendo con esta clase política, donde la mediocridad, la elementalidad, la insolvencia, el desconocimiento, la vulgaridad, la inmunidad y el aforamiento, permiten que las circunstancias hayan puesto en sus manos algo para lo que no están mínimamente preparados, estando protegidos ante sus desmanes, errores y negligencias y nosotros, los ciudadanos, a merced de sus excesos y carencias.
Cuando esto ocurre las instituciones dejan de ser serías para convertirse en corralas de vecinos de aquel Madrid de los años cuarenta del siglo pasado. Sólo hay que ver y oír a sus señorías en sus reyertas, disputas, grescas y trifulcas barriobajeras.
El espectáculo que están dando estos mediocres, esta jarca de insolventes, está clase de desarrapados es absolutamente esperpéntico.
Que salga un ministro y descalifique al jefe de estado de una nación históricamente hermana, es demencial a todas luces y es que el ministro en cuestión cree que, insultando, faltando y calumniando satisface a los suyos.
No sé a quién gusta sus maneras de gamberro, patán y bruto, cuando estoy seguro que no lo es en su vida fuera de la politica. Bueno, quiero creer que no…
Hay quien dice que con esta casta lo peor está aún por venir. Unos tratarán de poner en evidencia a los otros en favor de sus propios intereses y no como defensores de causas nobles.
Ahí tenemos a los cinco ministros comunistas yendo por libre y comprometiendo al gobierno al que pertenecen y al país que aborrecen.
La cuestión es, que siendo comunistas no emigran a sus paraísos, por el contrario, se quedan aquí mamando de la gran ubre.
No sé si la mayoría de esta casta peca de extremada bisoñez, de absoluto desconocimiento, de una insensatez inimaginable o simplemente, de ser unos peligrosos y perfectos indocumentados.
Tenemos muestras irresponsables de los 5 del Kremlin, forúnculos del gobierno.
Y dicho esto, a los que no nos mueven ideologías, doctrinas y alcanforados pensamientos, sólo nos interesan los hechos, no las banderas, ni los cánticos, ni los símbolos que sirven para lo que sirven…
A nosotros no nos ganan con cuatro soflamas aprendidas de memoria llenas de consignas patrioteras, libertarias, transgresoras, demagógicas y falsas como monedas de dos caras.
Que estos nindundis nos vengan disfrazados de cantautores, raperos y comediantes de barriada marginal…
De señoritos salvapatrias, o de comerciales charlatanes vendiendo humo…
Que no nos vengan con canciones, guitarras y mochilas al hombro, tratando de engañarnos con artimañas de niñatos cursis, de nuños rebeldes de papás guais es pretender tomarnos a cachondeo.
Las niñaterías están bien siempre que los niñatos sigan ocupando sus ámbitos y espacios tradicionales, no en las Cámaras, alta y baja, donde se exige un mínimo de Saber, Conocimiento, Formación, Experiencia y Compostura.
Sólo hay que echarles un vistazo a los hemiciclos para ver a algunos bocazas desafiantes, horteras, chuletas y faltones, diciéndose lindezas, falsedades y descalificaciones, de con el objetivo de enardecer a un público sediento de una violencia paranoica para de inmediato ponerles mirando a Cuenca.