Meterse en un jardín maravilloso y salir con un ataque de alergia

Son muchos los que se creen seres maravillosos dotados de un alto nivel de inteligencia y para corroborarlo nos dicen que su coeficiente intelectual es elevadísimo después de haber obtenido en el último test una alta calificación.

En el fondo estos petulantes intelectuales padecen un complejo que dejan al descubierto cuando persisten en el afán de presentarse ante los demás como seres dotados de una inteligencia superior.

Y es que los test que se publican en periódicos, revistas y gacetillas son tan «fiables», como los horóscopos y cartas astrales que publican los mismos medios.

En cierta ocasión un joven fue con su padre a hacerse unas pruebas a una institución oficial con la finalidad de obtener una subvención económica que paliasen los gastos que conllevaba los cuidados que le eran necesarios.

Tras la interpretación y valoración de los test, al padre, después de padecer la elevada deficiencia mental de su hijo de manera sacrificada, abnegada y resignada, le dieron la fatal noticia de que su hijo había sacado un 180 de coeficiente intelectual, quince menos que el actual récord del mundo, un superdotado paquistaní.

El chaval había rellenado los test a modo de quiniela y había hecho un pleno de aciertos, por lo que fue calificado de súper inteligente y por tanto no apto para obtener el soñado y bien ganado subsidio.

Así que cada vez que me invitan a hacerme un test de inteligencia, huyo como alma que se lleva el diablo, no vaya a tener la fatalidad de obtener un 150 que me haga concebir falsas ilusiones dada mi condición de «normal con reparos».

En cierta ocasión, hace muchos años, nos hicimos un test de inteligencia, un conocido y este que suscribe. Él, que tenía fama de simple sacó 140 y yo 95…

Durante años estuvo pregonando por todo el vecindario que yo era muy cortito porque había sacado un 95 y él un portento de la naturaleza.

A veces nos encontramos con catedráticos, cirujanos, investigadores, científicos o presidentes del Consejo Rector de multinacionales y tras mantener una conversación con ellos nos sorprende que semejantes pamplinas hubiesen llegado tan alto… Y es que cuando hablamos de coeficientes intelectuales nos metemos en un jardín del que salimos con alergias de mil flores de embriagadores perfumes y exuberante belleza.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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