Dicen del mamporrero que es la persona que dirige el miembro del caballo hacia el interior del sexo de la yegua para facilitar la cópula.
Y recordando este antiguo oficio, ya que en tiempos modernos resulta más fácil y cómodo la inseminación artificial, nos damos cuenta que el oficio de mamporrero le fue aplicado a gentes que teniendo ciertos comportamientos eran estigmatizados haciendo paralelismos vejatorios.
Pero no es de esto de lo que quiero escribir hoy, si no de aquellos que viajan oficialmente a Venezuela tratando de colocársela a Maduro para que le resulte más fácil seguir tirándose al pueblo venezolano que vive en una miseria impuesta.
Es la hambruna consentida a través de urnas de doble fondo, con comisarios políticos disfrazados de interventores.
A mí que vayan gentes como Monedero, entre otros, otras, otres como él, me la trae al pairo. Monederos ha habido siempre como rémoras sociales, como garrapatas del sistema.
Mientras no contribuyamos con nuestros impuestos a potenciar el oficio de mamporrero político, me importa un bledo dónde se la coloque Monedero a Maduro, al pajarito de Chávez, o los herederos de Castro…
Lo que sí me enerva es que un vicepresidente del gobierno haga esa tarea para vergüenza de los que anteponemos la dignidad a nuestra propia vida.
Una persona que gana más de cien mil euros anuales no tiene ninguna necesidad de realizar ese tipo de trabajo, dejando bien a las a las claras que el oficio de mamporrero es tan digno como cualquier otro oficio, pero cuando se ejerce para obtener ciertos beneficios, el asunto resulta denigrante.
Ese mamporrero es el punto de mira de un caballo en estado de pasional excitación amorosa. Sin la intervención del mamporrero el caballo está condenado a una inútil e infructífera eyaculación precoz.
Lo que sí me parece mucho peor es la otra acepción de mamporrero, que dice de la persona que amaña algo en beneficio de otra a cambio de obtener pingües beneficios.
Lo de Monedero pase, al fin y cabo cada uno es libre de practicar las aficiones que considere, además que el personaje en cuestión me pueda resultar un pobre diablo…
¡Pero Bambi! Bambi no debería acomodársela a Maduro, ni a nadie, simplemente por lo que representa para los españoles, porque fue presidente de todos, mal que nos cueste reconocer.
La dignidad a veces la impone el cargo y un expresidente no debiera ser mamporrero de nadie y muchísimo menos del patán huevón bolivariano.
¡Ay Bambi! ¡Quién te ha visto y quién te ve!
¡Qué forma de denigrar el oficio!