Los tontilistos no diagnosticados suelen causar perjuicios de todo tipo a una sociedad dispuesta a dejarse manejar, dirigir y administrarse por ellos.
La tarea principal de los tontilistos es hacernos creer que ellos son los listos haciéndose pasar por tontos y nosotros los tontos haciéndonos pasar por listos.
En principio, tener tontilistos al servicio de la causa puede ser rentable a muchos ciudadanos, al poder alimentar el desproporcionado ego que desarrollan los fatuos, los listos y los sabelotodo, y la aparente escasa peligrosidad que representan los tontos.
Y ahí es donde radica el problema, que toma cuerpo cuando el bobo de turno se cansa de serlo y sus bobadas terminan dañando irremisiblemente al que se creyó listo.
Normalmente los listos tienen su Talón de Aquiles en su desmesurada egolatría, egocentrismo y narcisismo, sufriendo por ello graves consecuencias.
Los listos consiguen cabrear a todo el mundo porque los listos generalmente son unos insufribles arrogantes, presuntuosos y soberbios. Por el contrario, los bobos, al no ser valorados, ni tomados en serio, se les perdona todo, y ahí radica el fallo.
En estos momentos se hallan en la arena del ruedo político-patrio los máximos mandatarios de una nación fragmentada, confundida, desorientada, harta, cansada y cabreada.
Los excelsos gladiadores del circo que han montado, se lo han hecho creer al pueblo que les han colocado en las gradas celestiales, gracias a su divina condición de dioses del Olimpo.
Porque dentro de su incontrolada egolatría y desmesurado narcisismo, quisieron mostrar al mundo su inmenso y arrogante poderío, sólo comparable a los titanes.
Y el problema no es el resultado, es que a los engreídos gladiadores lo largarán a los leones otros falsos gladiadores al primer contratiempo, convirtiéndose en los primeros gladiadores caníbales de la Historia.
Y es que meterse con la mitad de los votantes llamándoles fascistas y a la otra mitad rojoprogres, resulta una de las insensateces mayores que solo se le puede ocurrir a unos irredentos idiotas.
Y los políticos se han dado cuenta de la epidemia de tontos que estamos sufriendo y se han inventado un nuevo circo romano.
En las gradas está el pueblo y en la arena ellos, los partidos políticos, es decir, los tontilistos.
Son ellos los falsos gladiadores que aparentemente luchan a muerte, cuando en realidad no se hacen ningún rasguño, tan poco se hacen, que, al finalizar el espectáculo circense, todos los gladiadores habrán ganado y los timados, abducidos, engañados y sorprendidos espectadores pagarán de nuevo la fiesta a los falsos héroes.
Héroes de pacotilla, que tras el circo se retirarán a sus palacios de invierno. El mundo al revés donde los listos son los tontos y viceversa.
Y si me permiten un consejo, acudan a ver el magnífico espectáculo que se ofrece en Toledo, «Pui du fou» e ignoren el que dan los partidos políticos. Son tan groseros…