Los menús de los hospitales

Como persona de riesgo sanitario que oficialmente me acredita y que por tanto tengo asignado por derecho propio, debo mantener la máxima atención en todo lo concerniente a preservar mi estado irrecuperable de salud por imposición protocolaria de los hospitales al uso.

Sí, no hace mucho supe que este que suscribe pertenece a un protocolo.

Tengo asumido que, en caso de necesitar una compleja cirugía con posible implantación de órganos o prótesis de distinta consideración, el médico o cirujano de turno me consideraría un paciente no prioritario por mí ya escaso futuro.

En los hospitales donde he sido atendido últimamente, dos especialistas, tras ver mi historial y los resultados de diagnóstico por imagen, coincidieron en señalar que en realidad mi caso siendo grave, carecería de cierta urgencia médica, ya que mi larga vida no justificaría una terapia cara y mucho menos desperdiciar un órgano inútilmente por vivir unos años más.

– Pero abuelo ¿Qué quieres? ¿Ser eterno? Me dijo el neumólogo.

Pertenezco a ese grupo de personas, que ajenas a lo que se nos viene encima, queremos seguir ignorando nuestra más que previsible fecha de caducidad.

El protocolo es el protocolo y en caso de internamiento hospitalario las camas existentes no están para ser ocupadas por ancianos con moderada esperanza de vida, ya que esto sería un despilfarro.

Ya lo vimos en la pandemia donde los viejos fueron confinados en salas de espera…

No hay problema, acataré con resignación que mi futura presencia en una habitación hospitalaria debiera estar ocupada por enfermos más jóvenes, con toda la vida por delante y no por gente como yo que ya ha vivido bastante.

Si tengo consciencia, no me permitiré ocupar un espacio que pudiera ser vital para otra persona de menor edad con toda la vida por delante. Total…

Y dicho esto, no sé si entendible, dado mi contenido lenguaje, lo que me llevan los demonios es comprobar que la dieta alimenticia de los hospitales sea diferente según, fuera la entidad médica de ISFAS, o MUFACE, o si una póliza particular y no digamos si el paciente es privado de pago.

Fue mi mujer la que se dio cuenta de los tipos de desayuno.

ISFAS/MUFACE. – Café con leche y galletas.

Entidades médicas para particulares. – Café con leche, cruasán, mermelada y mantequilla.

Privados de pago. – Café con leche, zumos naturales, bollería variada, yogur e infusiones.

Todos éramos de la misma entidad médica, pero con distinta póliza.

Espero que en el quirófano todos nos igualaremos, aunque creo que esto no se consigue ni en el tanatorio.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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