LO SIENTO POR LOS MONOS, PERO EL MONO VIENE DEL HOMBRE

Carlos Darwin se postuló en la teoría que afirmaba que todas las especies de seres vivos han evolucionado en el tiempo mediante un proceso de selección natural, siendo que los humanos no iban a ser menos en esa evolución.

Y acercando esta teoría a nuestra propia experiencia, comprobamos la evolución que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida, hasta el punto, que nada tenemos que ver con lo que fuimos en nuestra niñez, después en la juventud, más tarde en la madurez y finalmente en la senectud, el que llegue.

Si alguien se atreviera a decir que nada en él ha cambiado en toda su existencia nos encontraríamos con alguien «muy especial».

Quien no haya rectificado, variado o aceptado a través del error, puede que sin darse cuenta se esté convirtiendo en un fósil.

Diferentes agentes fueron conformando nuestra personalidad, carácter, genio o idiosincrasia, a través de la influencia que ejercieron en nosotros la familia, el barrio, la escuela, los amigos y cuantos fueron conformando nuestra educación, formación y principios.

Muchos de nosotros no nos mantuvimos en una idea, pensamiento o posicionamientos y eso nos ha hecho libres.

Efectivamente fue nuestro continuo aprendizaje, nuestro afán de superación, nuestras experiencias y nuestras vicisitudes, las que nos permitieron seguir evolucionando hasta hacernos más sabios, más racionales y más maduros.

Sin embargo siempre estuvieron cerca de nosotros agentes que iban a poner todo tipo de trabas a nuestra natural evolución y progresión. Fueron y son todos aquellos que nos quisieron hacer esclavos de sus ideas, dependientes de sus pensamientos y presos de sus doctrinas, a fin de obtener ventajas sobre nosotros.

Y es aquí donde se encuentra el mundo donde se mueve la politica, las religiones y todos aquellos que pretenden controlar todas las parcelas de poder a base de crear siervos, esclavos y borregos.

En política está muy mal vista la evolución natural del ser humano, ya que nos quieren sumisos, inmovilistas, obedientes, fieles y sobre todo leales, por encima de la razón y de la lógica.

Dicen que durante la juventud se es comunista, ateo, progresista y revolucionario, y según nos vamos haciendo mayores vamos atemperando nuestras creencias, adecuando nuestros modos y controlando nuestas ideas hasta convertirnos en unos medrosos conservadores, resignados y piadosos religiosos, por aquella tendencia a sentirnos extremadamente frágiles…

Los que hemos estado abiertos al constante aprendizaje, al estudio continuo, a la estricta formación y a la profunda meditación, lo primero que expulsamos de nuestro entorno fue a los comerciales de las ideologias y doctrinas, porque ellos sólo nos quieren para usarnos como medio para alcanzar su poder sobre nosotros. Son los vendedores de ideas, los creadores de opinión y los manipuladores del pensamiento.

Así pues, todos los que pretendan secuestrar nuestra libertad de pensamiento, adulterar nuestra opinión y anular nuestros proncipios, les diremos que pierden el tiempo, porque nosotros abandonamos hace mucho la idea de ser como aquellos primates confinados en sus habitats naturales, la selva, donde imperaba la indigencia intelectual, el primitivismo y la elementalidad.

Nosotros, los que gozamos de pensamiento propio, no podemos entregarles nuestra libertad, nuestra independencia y nuestra suficiencia, porque con ellas les estariamos entregando nuestra dignidad.

Nuestra lealtad y fidelidad a ultranza les suponen a los agentes dominantes de cualquier ideología o confesion, nuestra abdicación como personas.

A partir de ahora las calles se llenarán de estos nuevos negreros empeñados en intervenir nuestra voluntad en defensa de sus estructuras piramidales. Una sonrisa queda y burlona mirandoles a los ojos será suficiente para desarmalos.

Atrévanse con ellos, que no son nadie, que son vividores… Solo son unos cantamañanas de palabrería farragosa e ideas mareantes.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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