La traición fue recogida en el Antiguo Testamento y demás escritos sagrados como la acción más execrable y ruin del Género Humano.
El traidor siempre tuvo la capacidad de destruir los pilares más sólidos donde se asienta la sociedad más cohesionada y por tanto siempre fue un ser extremadamente peligroso, capaz de vender su propia alma.
Dante Alighieri colocó a los traidores en el último círculo del infierno, ya que consideró a la traición como el peor pecado de todos y el delito más ruin que pueda cometer el hombre.
A diferencia de otro tipo de miserias humanas, para poder traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima y cuando ésta ha bajado sus defensas tratar de destruirla dinamitando su intimidad.
Para el Derecho en España el delito de traición entra de lleno en una categoría que engloba los delitos de inducción a la guerra, favorecer al enemigo a través del espionaje, efectuar declaraciones de guerra o firmar tratados de paz no consensuados.
De todos es conocida la extensa relación de los grandes traidores de la Historia Universal desde que Judas Iscariote traicionara al Hijo de Dios.
Adán y Eva ya fueron tachados de traidores, aunque Judas Iscariote, esté considerado como el peor traidor de la Historia.
A veces el traidor justifica su acción como la consecuencia de una traición anterior donde se produjo abuso, humillación, desconsideración y todo tipo de excesos, como la tiranía, la opresión y el despotismo. Ojo por ojo; traición por traición.
Se considera traidor al que abrazado a una ideología, una doctrina, o un pensamiento, de pronto siente la necesidad de defraudar, burlar o destruir. para alcanzar favores, prebendas o ventajas.
No se consideraría traidor al que siendo castigado con dureza, abandonado y desprotegido por su religión, abraza otra donde es recibido con los brazos abiertos.
No se consideraría traidor al que teniendo que elegir entre la progresión de un amigo o la de él, se elige a sí mismo.
Se considera traidor al que accede a un puesto laboral en lucha desigual y tramposa con su amigo.
No se consideraría traidor al que al que daría prioridad a la salvación de su familia con respecto a la de los demás.
Y si todos estos pueden ser considerados traidores, habría que ver cuántos traidores existen en el mundo, incluyendo a los traicionados que acusan de traidores a los que están hartos de ser fieles, leales, obedientes, mansos y dóciles hasta la cobardía.
No hay que justificar nunca al traidor pero a veces es la supervivencia quien manda. A veces es el instinto quien ordena. A veces es la sangre la que llama.