La juventud actual se enfrenta a una serie de desafíos hasta ahora nunca vistos que han concretado sus perspectivas de futuro. Uno de los problemas más acuciantes es la dificultad de acceder a una vivienda digna, tanto en términos de compra como de alquiler.
La crisis de la vivienda no es un problema nuevo, pero ha alcanzado niveles alarmantes en las últimas décadas. Los precios de la vivienda han aumentado de manera desproporcionada en comparación con los salarios, obligando sobre todo a los jóvenes a destinar una parte significativa de sus ingresos a la vivienda, dejando poco margen para el resto de necesidades a cubrir.
El acceso a la vivienda social se ha vuelto cada vez más complicado. Las políticas de vivienda han sido insuficientes para satisfacer la demanda, y la oferta de viviendas asequibles es prácticamente nula. Esta falta de atención a las necesidades de la población joven ha generado un sentimiento de frustración y desamparo, ya que muchos se ven obligados a vivir en condiciones precarias o a compartir vivienda con varias personas, y cuando no se puede cubrir su necesidad habitacional, se procede directamente a la OCUPACIÓN de vivienda ajena.
En primer lugar, es necesario aumentar la inversión en vivienda social y asequible. Los gobiernos deben priorizar la construcción de viviendas que se ajusten a las necesidades de la juventud, garantizando que estas sean accesibles tanto en términos económicos como geográficos. Esto implica no solo la construcción de nuevas viviendas, sino también la rehabilitación de edificios existentes y la promoción de políticas de alquiler asequible.
Es esencial implementar políticas que regulen el mercado de alquiler, protegiendo a los inquilinos de aumentos desmedidos de precios y garantizando condiciones de alquiler justas. Esto puede incluir la creación de un marco legal que limite los aumentos de alquiler y promueva la estabilidad en los contratos de arrendamiento.
Entendemos que el estado debe derogar el traspaso de responsabilidades en materia de vivienda concedido a las autonomías, puesto que se ha demostrado que en el periodo postdictadura ( es decir en democracia) el sistema ha fracasado y de sabios es RECTIFICAR.
Paralelamente es imprescindible que el estado cree un departamento de vivienda social ( en el régimen anterior ya existió , y en 14 años se construyeron 4.080.619 viviendas sociales -INSTITUTO NACIONAL DE LA VIVIENDA) como opción inmediata es imprescindible que el estado intervenga en las carteras de viviendas que tienen los grandes inversores, los fondos “buitre” y la SAREB , para obligarles a poner en el mercado inmobiliario , viviendas de alquiler social en un porcentaje suficiente ( más o menos el 50%) de su stock
En conclusión, la juventud enfrenta un panorama complicado en lo que respecta a la vivienda, pero no es un desafío insuperable. A través de las políticas públicas explicadas que entendemos son efectivas y un cambio en la percepción social sobre la vivienda, La responsabilidad recae en todos nosotros, que tenemos en nuestras manos el voto para obligar al gobierno a resolver lo que contempla nuestra constitución y directamente en el gobierno, para obligarles a trabajar en la búsqueda de soluciones que permitan a la juventud no solo sobrevivir, sino prosperar en un entorno que les brinde las oportunidades que merecen.