A propósito del nuevo año, hoy quiero invitarte a que pongas foco en la importancia de cerrar ciclos para abrir nuevas puertas. Cuando hablamos de ciclos, hablamos de esos procesos de vida que comienzan, se desarrollan y concluyen.
Cerrar ciclos es ponernos en paz con el pasado para seguir adelante sin que nos afecte lo vivido en el presente.
Cada vez que tomamos conciencia de cerrar un ciclo, podemos avanzar a otro espacio y redimensionar nuestra vida, transformarla y probar nuevas experiencias. Aferrarse a situaciones que lastiman no tiene sentido y más aún cuando se trata de eventos o persona que ya no forma parte del camino por la circunstancia que sea; hay un universo de posibilidades que demandan ser alcanzadas, para esto se requiere ser arriesgado y atreverse a nuevos horizontes. Cerrar ciclos evita que te quedes estancado, que no avances a ese lugar que deseas o simplemente que no encajes en la vida de alguien más.
Julio Cortázar decía:
“nada esta perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”.
El cierre de grandes etapas en la vida supone perdidas e implica duelos, si el ciclo permanece abierto interfiere en el avance personal, es como dejar una llave que gotea sin reparar.
¿Y cómo cerrar ciclos?, lo primero que debes hacer es dejar ir, como humanos tenemos la tendencia de aferrarnos a lo conocido, la costumbre es una fuerza super poderosa que nos impulsa a mantenernos estancados, aplicamos la típica frase “más vale malo conocido que bueno por conocer” así nos haga daño y nos perdemos la aventura de lo bueno que es conocer, vivir, aprender.
Es posible que ya no haya algo a qué aferrarse, pero mentalmente seguimos conectados con ese evento o con esa persona, nos resistimos al cambio y nos cuesta soltar para cerrar ese ciclo, vemos lo nuevo con incertidumbre, con miedo. Dejar ir es una forma de reconocer la nueva realidad y abrir posibilidades.
Despedirse y hacer un balance, cerrar ciclos siempre nos exigirá vivir un duelo porque cuando cerramos un ciclo estamos abandonando una realidad que no le aporta a nuestro presente, por lo tanto, es necesario permitirnos vivir ese duelo, esa tristeza y, despedirnos de esa realidad que esta por desaparecer, la mejor manera de hacerlo es construir una memoria sobre lo vivido hacer un balance donde evaluemos lo positivo y también lo no tan positivo, identificar el comienzo, los momentos más relevantes, así como las sensaciones que se experimentaron. Papel y lápiz, escríbelo…
Aquí lo ideal es quedarnos con lo aprendido, con esas cosas que aportan de manera positiva a nuestra vida, es la mejor manera de decirle adiós a ese ciclo.
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Es normal que lo nuevo implique un desequilibrio, pero no debe asustarnos. Movernos de lo conocido a lo incierto siempre tendrá algo de aventura y aprendizaje, la mayoría de las veces los cambios nos dan mucho más de lo que nos quitan.
Todo final implica también un comienzo y ese nuevo comienzo debe ser nuestro foco de atención e interés.
Te invito a entrar en acción para cerrar ciclos que no te dejan avanzar y abrir puertas que te llevaran a descubrir una nueva realidad.