El 2O de noviembre de 1975 comenzó el periodo de la transición en España, hecho que nos enorgullece a casi todos, siendo el 15 de junio de 1977 cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas.
Desde entonces los españoles hemos sufrido una gran transformación, hasta el punto de constituir un ejemplo para el mundo civilizado que no salía de su asombro ante la madurez política de un pueblo que salía de una dictadura militar con grandes traumas, heridas abiertas y recuerdos demasiado vivos.
No sé si los políticos actuales hubiesen sido capaces de llevar a cabo una transición tan ejemplar como aquella
Personalmente creo que estos no tienen nada que ver con aquellos, ni en madurez, preparación, sentido de la responsabilidad, espíritu de sacrificio, amor al pueblo español y sobre todo, con una formación cultural del máximo nivel.
Estos no hubiesen sido capaces de redactar una constitución, ni aprobarla posteriormente, para de inmediato celebrar las primeras elecciones democráticas.
Hemos visto como en estas cuatro décadas nuestra particular Democracia la hemos adaptado al gusto de los distintos colectivos que han proliferado en nuestro país, pasando de la sequía propiciada por una dictadura militar, a más de medio centenar de partidos que han ido apareciendo y desapareciendo como esas efímeras flores que se dan en una primavera lluviosa tras padecer largos periodos de sequía.
Si analizamos las distintas corrientes demócratas, vemos que está sucediendo lo mismo que se derivó del tronco que representaba el cristianismo, que dieron lugar a sus treinta y cuatro ramificaciones, oficialmente, ya que de hecho la cifra quedaría reducida a su mínima expresión.
Otra cosa resulta de la diferencia entre creyentes, practicantes y no practicantes de las distintas confesiones, que eso es harina de otro costal, que una cosa es predicar y otra dar trigo.
Volviendo a nuestra particular Democracia, su esencia pervive en todos los regímenes democráticos, pero su extensión y desarrollo corresponde a los distintos continentes e incluso países.
Es evidente que la Democracia de los EEUU, no se corresponda con la de la UE y dentro de Europa, la Democracia de los Países Nórdicos, no se corresponde con los latinos, ni con la novísima Democracia de los Países del Este.
Y para rizar más el rizo, en España tenemos militares demócratas, jueces para la democracia, docentes demócratas, mujeres para la democracia, bomberos demócratas y así hasta completar un buen número de colectivos cuyo tronco común es la Democracia pero cada uno con sus interesadas peculiaridades…
Es como los coches, que siendo de la misma marca y modelo, muchos vienen con diferentes equipaciones, tantas, que siendo el mismo modelo se presentan en distintas versiones, versiones tan significadas que a veces cuesta trabajo diferenciar.
No digamos hoy con los de propulsión mecánica, los híbridos, los no enchufables, los enchufables, los eléctricos.
La Democracia en España la presentan los partidos políticos de una forma tan distinta que algunos la imponen a mamporros, que se lo pregunten a Otegui, Rufián, Junqueras, la Cup, o aquel enclenque que hablaba de dar a diestras y siniestras jarabe de democracia y de azotar a las mujeres hasta hacerlas sangre. Todos hablan de Democracia, pero… ¿Cuántos son demócratas?