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LA BANALIZACIÓN DE LA AMISTAD

Desde que la amistad se manifiesta «on line», la verdadera concepción de la amistad parece una antigualla.

Ahora la amistad se ha banalizado de tal forma, que raro es el día que no me piden amistad gentes que viven a miles de kilómetros, e incluso por los que ni tan siquiera sé que existen.

Mientras normalizamos este nuevo sentimiento de la amistad etérea, disuelta en las ondas, seguiremos con la amistad de toda la vida, aunque tengamos que asumir los riesgos que conlleva el comportamiento que diferencia la ficción que genera cualquier falta de compromiso por la realidad de una relación que exige el conocimiento sin barreras.

Y es que hay amistades que son tan volátiles como efímeros son los suspiros. Tan inconsistentes como es el vuelo de la pluma de un colibrí.

En estos tiempos todo se ha banalizado de tal forma, que a cualquiera le decimos querido o querida, sin conocerlo de nada, sin ni siquiera saber si existe.

Para muchos la amistad es simplemente un saludo amable, un gesto educado, la mueca que simula una sonrisa…, porque ni los saludos, ni los gestos, ni las sonrisas exigen hechos, compromisos o realidades.

Que una cosa son los amigos ‘on line’ y otra los amigos de carne y hueso. Los amigos del emoticono y los que comparten sus reducidos impulsos afectivos con un emoji necesita ayuda urgente.

Mi profesor de Filosofía me dijo en cierta ocasión que ser amigo de otra persona es lo que esa persona por sí misma es capaz de generar y no por lo que pueda ser capaz de ofrecer a fin de satisfacer la necesidad de los demás.

En otra ocasión me aseguró que una verdadera amistad es aquella en la que, más allá de nuestra propia conveniencia, obramos y entregamos todo por el otro sin esperar nada a cambio, ni siquiera devolver. Y no se refería a nada material.

También se refirió a que la amistad se basaba en una relación afectiva basada en la comunicación, la comprensión, el apoyo mutuo además del afecto y la armonía entre las personas…

Y recordando estas definiciones las traslados a miles de amigos ‘on line» de los que alardean tener algunos como si fueran seres excepcionalmente queridos…

Es la banalización de uno de los sentimientos más bellos que puede generar el género humano, por tanto sigue vigente el dicho que el número de amigos verdaderos se cuentan con los dedos de una mano.

Mi particular experiencia me indica que debo ser justo y agradecido, al descubrir que tengo magníficos amigos de ambos sexos que a estas alturas de mi avanzada edad los siento muy cerca de mí, tanto, que siento la tibieza de su cariño.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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