Inmersos en la melancolía lamiéndose las penas

Perderás movilidad, estabilidad, equilibrio, fuerza, orientación… 

Perderás lozanía, salud, memoria, vista, oído… 

Perdiste la infancia, la juventud, la madurez, ¡la virginidad! pero a cambio has ganado la senectud y una pensión mientras vivas  

Y para paliar esas pérdidas, para ralentizar sus efectos, para retardar sus consecuencias, para atajar el deterioro, para burlar los achaques, nos vamos al curandero del barrio… 

Por todo esto tomamos reconstituyentes, complejos vitamínicos, nos imponemos dietas y nos atiborrados a Ginkgo biloba y hasta nos ponemos finos tomando Herbalife, que nos quitan los dolores, pero nos vacían la faltriquera. 

Nos ponemos gafas, audífonos, prótesis, plantillas, ortopedias, tintes, cosméticos y peluquines… 

Caminamos, nadamos, vamos al gimnasio, hacemos senderismo, incluso acudimos a academias de baile y nos apuntamos a todo tipo de técnicas orientales, incluido el Reguetón y la bachata… 

Y todo eso está muy bien, todo eso es magnífico, todo es absolutamente recomendable, todo eso nos hará bien, o tal vez no… 

¿Pero hacemos algo para entrenar el cerebro? ¿Nos ejercitamos para enriquecer nuestra mente? ¿Nos preocupamos por mantenerla activa? ¿En potenciar nuestra memoria? ¿En enriquecer el pensamiento? ¿En practicar en el mundo de la lógica y el raciocinio? 

¿Hemos probado a leer durante una buena temporada a nuestros clásicos? ¿A leer novela de cualquier género literario? ¿Nos hemos impuesto estudiar para ampliar nuestros conocimientos? 

¿Nos hemos programado asistir a conferencias, disertaciones o charlas? ¿Asistir a cursos de cualquier especialidad? ¿A participar en clubes de lectura? ¿A asociarnos en las diferentes asociaciones culturales? 

¿Hemos probado escribir sobre cualquier tema, incluso escribiendo nuestra biografía o simplemente un diario? 

Pues si no ponemos remedio potenciando nuestra mente, agilizando nuestro pensamiento, enriqueciendo nuestra facultad de imaginar, fortaleciendo nuestra memoria y ampliando nuestra Cultura… de nada nos vale quejarnos, lloriquear, naufragar en un mar donde reina la melancolía, donde se señorea la tristeza y nos calamos hasta los huesos hasta caer en el tenebroso pozo de la depresión. 

Y si es posible arrancar de cuajo nuestro insoportable egocentrismo donde reina, el dolor, la enfermedad y todos los males del mundo. 

Optimismos o pesimismo. 

Positivismo o negativismo  

Acción y reacción, esa es la solución. Y al final rememoramos aquella escena memorable de la mítica película, «Casablanca», cuando Humphrey Bogart le dice a  

Ingrid Bergman. «Siempre nos quedará una Viagra» o no fue así… 

 

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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