Hola mi gente

Se ha puesto de moda llamar «mi gente» a la gente que no es de nadie.

Se ha puesto de moda llamar «grupo» a quienes carecen de identidad, porque el grupo se agrupa y se esparce como las hojas muertas del mes de otoño ante cualquier ráfaga de viento.

El problema del grupo es que sus componentes sean tan diversos que se dispersen en desbandadas hasta formar otros grupos.

Usted pasará desapercibido en la vida cuando le llamen mi gente y le busquen en el grupo.

Éste que suscribe no entiende de modas, ni de modismos, ni termina de digerir que me llamen gente, cuando yo no pertenezco a la masa, ni al gentío, ni a la chusma, ni tampoco al pueblo.

Y muchísimo menos admito que nadie me haya hecho suyo, porque ni yo mismo me pertenezco.

Estando el termino gente vacía de contenido, me resisto a pertenecer y por tanto me rebelo, me aparto, me alejo porque nunca quise ser bulto, porque desde que tengo uso de razón elegí vivir en sociedad, eso sí y si tengo que pertenecer a algun colectivo, por aquello de no parecer un inadaptado, me inscribo en el que conforman los ciudadanos y si aun quiero mimetizarme más, diré que pertenezco a los animales racionales, es decir, a la Humanidad.

Hasta el refranero trata al término gente de manera despectiva, cuando dice: ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente. Y, ¿dónde va la gente? Donde le lleva la corriente.

Público, vulgo, plebe, gentío, masa, muchedumbre…, así, sin identidad, indefinido, perdido en un número indeterminado, chusma

integrante, orda… ahí metido, revuelto, diluido.

No, no me acostumbro al anonimato, a ser fila, ni hilera, ni tromba, ni tropel, ni frente, ni pelotón…

No he llegado hasta aquí para que me llamen gente y encima sin conocerme de nada digan que les pertenezco.

No, soy «su» gente, ni siquiera gente a secas, antes me aíslo, me quedo solo, pero jamás formaré parte de ningún rebaño, por mucho que se empeñen los pastores.

Cuando en la iglesia me empezaron a llamar rebaño y el cura se erigió en mi pastor, cogí y me fui…

Lo peor fue cuando a Jesús los pastores le empezaron a llamar cordero…

Porque la gente no tiene ni nombre, ni apellidos. Porque la gente, por no tener, no tiene ni número, ni siquiera aproximado. Me salí del sindicato cuando supe que me etiquetaron como componente de la masa salarial…

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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