Tras un curso completo de enseñanzas, los alumnos de la Escuela Municipal de Teatro debutaron la noche del 15 de junio con un estreno de lujo sobre las tablas del auditorio corraleño, dando vida a un drama en el que su director, Alberto Novillo, vuelve a sorprender con una puesta en escena moderna para revestir el tema universal y atemporal que plantea García Lorca en Yerma.
Sobre el minimalismo escénico al que Novillo ya nos tiene acostumbrados, los alumnos desarrollan el drama lorquiano cargado de tensión, desgarro y simbología. Juan, el marido que interpreta Jesús González, vive entregado por entero a sus labores, pero su mejor campo está sin cultivar, baldío y sin fruto. Las paredes que guardan a Yerma, su mujer, en un lugar al que no ha llegado para resignarse son el marco del vacío de su existencia. Un lugar donde el marido le da casa y pan, imponiendo las normas de sus convicciones. El vacío de Yerma no es solo la falta de un hijo, es su vida sin contenido, cada vez con más deseos y con menos esperanzas, es un vacío que se llena de odio, en un lugar donde no está la mirada ni el abrazo que la haga sentirse mujer, donde cada noche cuando se acuesta encuentra su cama más nueva. Pero un lugar que no abandona, aunque sus sentimientos palpitan fuera de casa, para dejar intacta su honra. Ella misma piensa que ha matado a su hijo, un hijo sin nacer que no es sino una analogía del erial de su propia vida.
La propuesta de Alberto Novillo de su versión de Yerma es sencilla, pero cargada de un enorme potencial de simbología, plasticidad y fuerza interpretativa. Las mallas metálicas que suavemente enmarcan todo el desarrollo de la acción encierran el latido agónico de una vida sin esperanza, de una mujer observada por un coro vigilante que tanto anima como coarta sus sentimientos. La actuación grupal del conjunto se muestra correcta, en relación al tipo de actores que ejecutan la obra. Los sutiles movimientos para configurar las escenas, lejos de ralentizar la acción imprimen una suave dinámica que da respiro al espectador. Cabe destacar la actuación de Patricia Caro en el papel de Yerma, que en su primera experiencia sobre las tablas hace una recreación del personaje bastante matizada, con fuerza dramática y muy creíble.
La puesta en escena de este drama lorquiano, en definitiva, es el resultado de la primera temporada de la Escuela Municipal de Teatro, creada en Corral de Almaguer. Una iniciativa que bajo la dirección y larga trayectoria como profesor de Alberto Novillo empieza a dar frutos. Este grupo, compuesto por unos treinta alumnos con una franja de edades bastante amplia, ha estado aprendiendo técnicas de interpretación a lo largo de su primer curso, una experiencia que valoran como altamente positiva y que esperan que tenga continuidad, ya que les ha permitido reencontrarse o iniciar una afición con grandes beneficios tanto personales como sociales. El esfuerzo realizado por estas personas, simples aficionadas al mundo de la interpretación, es digno de los mejores aplausos.