Biografía
Julián Lominchar Martínez (Corral de Almaguer 1980) es en la actualidad uno de los animadores más buscados por las productoras de películas de dibujos animados españolas y extranjeras, tanto por su dominio de la técnica, como por la profesionalidad y experiencia acumuladas a lo largo de sus casi 20 años de trayectoria. Su trabajo en películas como The three wise men, Gisaku, Nocturna, RH+, Cher-ami, Chico y Rita (nominada al oscar), Titeuf le film, The little big Panda y series como: Juanito Jones, Las tres Mellizas, Edebbits, Manu y el Monkey, Monetes del espacio, Mr. Trance etc…, le han permitido escalar al grupo de los cotizados genios de la animación.
Su intervención como director de animación en el cortometraje “Nacer” dirigido por los hermanos Valle de Consuegra, nominado a los Goya en 2022 y su reciente participación en las peliculas de animación “Merry little Batman» de Warner Bros para Apple TV y la aclamada en el festival de Cannes “Robot Dreams” (premio del público) dirigida por Pablo Berger, con 4 nominaciones a los próximos Goya 2024, nos llevan a interesarnos por su fulgurante trayectoria.
Entrevista
¿Qué te llevó a elegir una profesión tan arriesgada y poco conocida como la creación y animación de dibujos animados?
Lo primero muchas gracias por vuestro interés en mi carrera profesional y por darme la oportunidad de concederme esta entrevista para vuestro medio digital.
La verdad es que desde muy pequeño me encantaba dibujar, crear e imaginar, pero fue al cumplir 14 años y descubrir las películas de Disney, cuando se despertó en mí un especial interés por conocer su proceso de creación y su arte, hasta el punto de convertirlo en mi auténtica pasión y en mi carrera profesional.
Yo era de aquellos que se quedaba embelesado viendo en la televisión los «como se hizo» de las películas, incluso con más interés que la propia película en sí. El ver a los dibujantes y diseñadores detrás de la gran pantalla me erizaba la piel y me dejaba los ojos tan abiertos que mi cabeza empezaba a soñar con la idea de que yo también pudiera algún día ser uno de ellos, aunque por aquel entonces lo viera imposible. Para mí el cine de animación englobaba todos los aspectos artísticos que me interesaban y a día de hoy me siguen interesando, como podrían ser el propio dibujo y su dominio, el diseño, la interpretación, la música, la arquitectura, el sonido, la fotografía, la composición, el color, la pintura, el guion, la dirección… en fin, un auténtico festín de creatividad que me ha seguido enamorando hasta nuestros días.
Cómo iba yo a pensar que un chico de un pueblo perdido de la Mancha pudiera hacer películas de animación, cuando todo lo que veía era gente extranjera trabajando para los grandes estudios de Hollywood. No sé si por suerte o por desgracia, siempre he soñado y pensado a lo grande a la hora de ponerme metas en la vida, y creo que esa ha sido una de las causas de que no desistiera hasta conseguir formar parte de ese grupo de elegidos que sabe hacer magia con un lápiz y un papel, dando vida a dibujos hechos a mano. Obsesionado con esa idea, no paré hasta encontrar un sitio donde formarme para conseguir mi sueño. Fue cuando descubrí la única academia que existía en España, donde se podía aprender animación (la ESDIP, por aquel entonces denominada Fastasma).
Pero claro, antes tuve que demostrar a mis padres que aquello no era un simple capricho pasajero, acudiendo diariamente a la Academia desde Corral de Almaguer a Madrid en autobús, ida y vuelta, durante los tres años que duró mi formación. Algo que, como podéis imaginar, resultó especialmente duro.
¿Qué desafíos tuviste que superar para llegar a tu reconocimiento actual como gran animador?
Cuando uno comienza cualquier profesión, creo que debe hacerlo desde el puesto más bajo posible, pues es la mejor manera de aprender bien las cosas. Fue así que comencé haciendo intercalación, que no es sino hacer los dibujos intermedios entre cada uno de los dibujos claves que va marcando el animador. Y, aunque hacer casi siempre el mismo dibujo puede resultar aburrido, a mí me parecía fascinante y mágico ver el resultado final en la pantalla después de grabar todos los dibujos. Y créeme que no todo el mundo aguanta ese proceso, siendo esa la causa de que mucha gente se descuelgue de la profesión por no tener la suficiente paciencia hasta que algún estudio te vea capacitado para animar de manera profesional. Ese proceso duró unos cuantos años, ganando cuatro duros, pero demostrando “una vez más” mi interés por el medio y su aprendizaje.
Pero con animar profesionalmente no está todo solucionado, dado que esto del cine en general y la animación en particular, es algo muy inestable y dura lo que dura el tiempo de creación de la película. Para poder sobrevivir en esta profesión hay que tener mucho afán de superación hasta lograr que tu nombre comience a ser reconocido por las productoras nacionales e internacionales y nunca te falte trabajo.
¿Por qué crees que sigue triunfando la animación clásica en dos dimensiones a pesar de la irrupción de las nuevas técnicas en 3D?
Yo por desgracia he vivido la transición del papel a la era digital, y he visto caer muchos estudios que antes trabajaban de manera tradicional y que, con la llegada del 3D, o bien se amoldaron a los nuevos tiempos, o tuvieron que cerrar. Eso incluyó a mucha gente que se vio obligada a dejar la animación 2D para centrarse en el 3D. Pero yo desde siempre he tenido muy claro que mi pasión era el dibujo animado artesanal, que se dibuja de fotograma en fotograma. Buscando esa animación tradicional, es cuando se me abrieron las puertas para trabajar en muchos países del mundo que apostaban por este tipo de dibujo tradicional.
Creo que la animación 2D siempre se ha visto y se verá más humana, menos artificial y más fácil de conectar y emocionar al espectador. Es por eso que jamás pensé que desaparecería con la llegada de la era digital. Muy al contrario, hoy en día en la animación 2D también nos ayudamos de las nuevas tecnologías y programas que nos permiten dibujar en pantallas digitales. Y aunque más de una vez me calificaron de loco por mantener que la animación tradicional perviviría, el tiempo me ha dado la razón y la animación 2D sigue siendo reclamada para las grandes producciones. Saber que el dibujo animado está realizado directamente por personas, creo que le da un calor humano que la Inteligencia Artificial no ha conseguido igualar, al menos por ahora.
¿Qué supuso la nominación al Goya del cortometraje “Nacer” en la que trabajaste como director de animación y cómo fue tu experiencia en la Gala de los Goyas?
La nominación al Goya por Nacer fue un empuje muy importante en mi carrera profesional, pues es cierto que este tipo de premios importantes te dan a conocer en la industria cinematográfica y te hacen visible a la hora de que te tengan en cuenta los grandes productores.
Como director de animación de “Nacer” me encargué de homogeneizar los estilos de animación de todos los artistas que trabajaban en el corto, para que pareciera que estaba realizado por una misma persona. Fue una experiencia única a pesar de que tuve que compatibilizarla con el tratamiento de un linfoma que me apareció coincidiendo con la creación del Cortometraje y que afortunadamente me permitió continuar en todo momento con el trabajo. Y todo gracias a los que yo llamo «mis hermanos» Carlos y Roberto Valle, que confiaron en mi para hacer CINE con mayúsculas desde la técnica de la animación.
Nada más conocer el proyecto y a sus directores, los hermanos Valle, comenté a todo el mundo que estaba seguro que algo muy bueno iba a salir de ahí. Estaba convencido de que de alguna manera íbamos a hacer historia desde lo más profundo de la Mancha y el resultado no se hizo esperar con nuestra nominación al mejor cortometraje en la gala de los Goya 2022.
Lo de ir a la Gala supuso toda una experiencia que es difícil de explicar con palabras, pues ser valorado de igual a igual con otros profesionales del cine te supone una reafirmación en tus convicciones, que hacen que pienses que has hecho las cosas bien y que en ningún momento te has equivocado de camino. Algo muy importante en una carrera con tantos altibajos como el cine.
En este punto he de reconocer y agradecer el inmenso apoyo que recibí por parte de mi familia y de todo el pueblo de Corral de Almaguer sin distinción alguna, volcándose con enorme expectación y cariño en la Gala de los Goyas, hasta el punto de que me hicieran sentir que aquello de que nadie es profeta en su tierra no iba conmigo. A ellos pensaba dedicar el Goya si hubiéramos subido finalmente a recoger el premio. Es verdad que una vez entras en la Gala todo es como parece en la televisión. Lujos, Glamour, gente muy guapa y mucho brilli brilli. Y aunque una vez sentado en la butaca del auditorio se te pasan mil cosas por la cabeza, nunca dejé de pensar que, ganáramos o no, los tres ya éramos ganadores, pues el verdadero premio era poder vivir y dedicarte a lo que realmente te gustaba. Y si encima te lo reconocían, pues mucho mejor. Ese premio ya no había quien nos lo quitara.
¿Qué nos puedes contar de tu experiencia como animador en la película “Robot Dreams”, recientemente nominada en cuatro categorías de los premios Goya 2024 y cómo ha sido tu relación con el director Pablo Berger?
Siempre he dicho que trabajar en la película de Robot Dreams fue uno de esos regalos que te hace esta profesión y que tienes que aprovechar, porque desde que me involucré en el proyecto y vi su potencial, sabía que estábamos haciendo algo emocionante y diferente que nos iba a dar muchas alegrías a todos. Y así se lo transmití siempre a Pablo, su director.
Sólo tengo palabras de agradecimiento para el director Pablo Berger y el productor Julián Larrauri, por haber confiado en mí como uno de los animadores principales, junto con otros grandes profesionales del medio tanto españoles como extranjeros, venidos para esta apuesta cinematográfica tan arriesgada pero a la vez única e irrepetible. Dos años que yo califico de aprendizaje, pues supusieron para mi un auténtico reto en el que no paré de absorber ideas de todo el equipo y de todo el talento que tenía a mi alrededor. Mi sueño se estaba cumpliendo a lo grande, pues para más inri la película se creó en un improvisado estudio que se montó en la mismísima Gran Vía madrileña, la meca para cualquiera que se dedique al cine en nuestro país.
Pablo es de esos directores que sabe muy bien lo que quiere, lo tiene todo muy controlado y sabe comunicar muy bien cada escena. Es de esos grandes profesionales de los que hay que aprender en todo su proceso de trabajo. Nos trataba como si nosotros mismos fuéramos los actores para trasladarnos la intención de cada personaje en ese momento, haciendo mucho hincapié en las miradas, pupilas, movimientos sutiles e interpretaciones concretas y reales, para que de verdad transmitieramos al espectador las emociones y sensaciones que Pablo deseaba plasmar en cada momento.
Robot Dreams, es otro de esos proyecto en los que supe que estábamos haciendo CINE con mayúsculas, y esa sensación no se tiene muy a menudo cuando uno trabaja en animación, así que sólo puedo decir que ha sido una de las mejores experiencias de mi carrera profesional.
¿Qué mensaje quieres que el público se lleve de esta última película?
Robot Dreams es una historia de amistad, de pérdida, de perdón y de segundas oportunidades, que hace que el espectador se sienta muy identificado con cada relación que acompaña a sus protagonistas, en una ciudad tan real como el Nueva York de los 80 y acompañados por una potente banda sonora que te hace viajar en el tiempo.
Pero más allá del propio mensaje de la película, a mí personalmente me gustaría que el espectador también se quedara con la idea de que una película de animación española puede tener el más alto nivel de calidad y competir de igual a igual con las mayores producciones de otros países, tal y como ya lo ha demostrado en los festivales de Cannes, Annecy o Sitges y no es descartable su presencia incluso en los Oscar de Hollywood del año que viene.
El cómo está contada la historia, desde una perspectiva sin diálogos y realista, hace de esta película una apuesta tan interesante, que perfectamente se podría haber rodado con actores de verdad, pero que al estar hecha en dibujos animados le da un empaque visual y artístico sin límites, convirtiéndola en una verdadera delicia que merece la pena experimentar en pantalla grande.
¿Cómo ha cambiado tu visión de la vida rural de Castilla la Mancha desde que comenzaste a trabajar en películas nacionales e internacionales?
Bueno, yo soy de Corral de Almaguer y eso es algo que me honra y de lo que estoy muy orgulloso. Nunca renegaría de mis orígenes por mucho trabajo que hiciera fuera de España o por muchos premios que pudiera recibir. Pero sin renegar de mis raíces, creo que cada lugar donde vives te aporta nuevas experiencias y cualidades que te van a servir para toda la vida. Y si he podido llegar hasta aquí viniendo de un pueblo de Toledo, eso significa que sus aportaciones han sido muy buenas.
Estoy tan ligado a mi pueblo y la Mancha en general, que he querido aportar mi granito de arena utilizando mis dotes artísticas y narrativas, con la creación de un personaje de animación “Almaguerito” del que me siento especialmente orgulloso. Este personaje se creó para concienciar sobre el medio ambiente, la limpieza de nuestro entorno y las buenas conductas de convivencia, con la intención de hacer mucho más agradable y sostenible el lugar donde vivimos. Y aunque sus consejos van enfocados a los corraleños, son tan universales que podrían aplicarse a cualquier lugar del mundo. La palabra animación proviene del latín «anima» que significa «alma» así que sin saberlo, con el nombre de Almaguerito cerramos un círculo perfecto.
¿Qué consejos daría a los jóvenes que quieran dedicarse al cine en general?
Ufff esa es buena. Fundamentalmente que sueñen y que siempre lo hagan a lo grande y jamás se sientan inferiores o menos preparados por venir de un pueblo. Que nunca se desanimen y piensen que jamás llegarán a trabajar en el cine por muy imposible que lo vean, pues con trabajo y esfuerzo todo se consigue. La carrera cinematográfica es muy complicada, no te lo voy a negar, hay mucha inestabilidad, idas y venidas y muchas piedras en el camino, pero sólo si sientes que de verdad es tu meta podrás esquivar todos los obstáculos que vayan surgiendo a lo largo de tu carrera profesional.
Tengo 43 años y todavía sigo aprendiendo y formándome en esto de hacer cine, y realmente creo que es lo que me mantiene enamorado de esta profesión. Nunca me he conformado con saber lo que ya se, por lo que siempre ando aprendiendo y actualizándome con programas y documentándome mucho de todo aquello que me puede nutrir artísticamente. Por otro lado, ser un inconformista y arriesgar en mis decisiones, creo que han sido mis mayores virtudes, así como enfocar cada nuevo trabajo como un reto a superar, pues cada proyecto es diferente y aporta algo nuevo que se puede utilizar en el siguiente.
Los premios y reconocimientos están muy bien y son importantes, pero tampoco hay que obsesionarse con ellos, pues no nos olvidemos que lo verdaderamente importante y el verdadero premio, es poder decir con todo orgullo que me dedico a mi sueño:
LA ANIMACIÓN.
Muchas gracias Julián por concedernos esta entrevista y regalarnos parte de tu valioso tiempo.
3 comentarios. Dejar nuevo
Además excelente persona.
Julián lominchar uno de los mejores del mundo del cine de animación. Gracias Julián.
Gracias Julián,por ser como eres.