Hoy entrevistamos a Javier Hoyos, autor de la tabla que luce en el ático del retablo de la ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno y que ilustra el milagro de la lluvia que sucedió en Villatobas en 1925.
Este pintor, residente en un pueblo de la Montaña Palentina, se ha especializado en pintura religiosa, que, si bien tuvo mucho auge en siglos pasados, esta especialidad resulta muy poco frecuente en nuestros días.
Javier Hoyos pintando un mural
Javier, ¿por qué la pintura religiosa? ¿esta especialidad que casi nadie practica si no es en casos muy puntuales?
Aunque es cierto que también pinto temas seculares, yo soy católico y creo que es lo que tengo que hacer. Es algo así como una vocación, un carisma. Como quienes sienten la vocación religiosa, que saben que ese ha de ser su camino, aunque les cueste explicar cómo lo saben, yo sé que si tengo alguna habilidad artística he de ponerla al servicio del Señor y de nuestra Religión. Por supuesto no tengo nada contra los que pintan otros temas: paisajes, retratos, bodegones… incluso yo mismo lo hago a veces, pero ¿qué mejor para un católico que colaborar en la evangelización con su trabajo?
En su página web hemos visto que pinta tanto murales como cuadros sobre lienzo o tabla, ¿qué diferencia hay entre ambos?
Aunque las dos se asienten sobre la misma base, el arte de pintar, requieren técnicas diferentes. A mí me gusta emplear en ambos casos técnicas antiguas que han demostrado su calidad y buenos resultados a lo largo de los siglos. Ya sabemos que lo que se lleva hoy en día tiene que ver más con los espráis de pintura, pintar rápido y acabar pronto, pero las grandes obras de los antiguos maestros no se hubieran podido hacer de ese modo.
En la pintura mural me gusta la técnica del fresco que es la técnica pictórica más antigua que se conoce y se sigue practicando con el mismo método desde hace miles de años. Es la pintura mural más duradera que existe, aunque también la más difícil, hasta el punto de que hoy en día se cuentan con los dedos de la mano los que la practican en España ¡y sobran dedos! Lo que pasa es que el fresco requiere muros también antiguos de piedra o de ladrillo macizo antiguo, y no siempre les hay; en ese caso empleo el acrílico, que es una técnica moderna muy versátil que manejada adecuadamente da buenos resultados.
En la pintura de caballete, es decir, los cuadros, empleo el óleo, como en la tabla de la ermita, pero con un proceso antiguo que se combina con algo de temple al huevo y que, aunque es un poco lento porque uno mismo tiene que “fabricar” la pintura cada día, es la manera en que pintaron los grandes maestros: Velázquez, Murillo, etc. y hay efectos que sólo se pueden conseguir de ese modo.
¿Así pintó la tabla de la ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno?
Sí, aunque también hay que decir que antes de empezar a pintar el cuadro propiamente dicho hay un trabajo previo. Normalmente quien lo encarga sabe más o menos lo que quiere que el cuadro refleje, cuál es la idea, qué cosas quiere que aparezcan en el cuadro, etc. Por eso hay que hacer bocetos previos, estudiar los personajes que aparecerán en el cuadro, la composición, etc. y cuando ya se tiene la idea bien perfilada se pinta un boceto sobre papel, que yo suelo hacer en blanco y negro, y que viene a ser como el cuadrito en un formato más pequeño y sencillo. A veces quien lo encarga te dice que quites esto o lo otro, o que añadas o cambies algo, entonces se corrige, y cuando la composición se aprueba es cuando se comienza la pintura definitiva.
Primer paso de dibujo de la escena y acabado final de la tabla del Milagro de la Lluvia
¿Se tarda mucho en pintar un cuadro como el de la ermita?
Pues es curioso: como decía antes, ahora se lleva lo rápido, las prisas, todo tiene que ser ahora y ya, y creo que esta actitud va en detrimento de la pintura. Antiguamente el tiempo se contaba de otra manera, no era todo correr, correr, correr… Había cuadros que se tardaban en pintar muchos meses, años a veces, y claro, esto se nota en la calidad.
Yo creo que cuando se pinta un cuadro, especialmente un cuadro religioso en el que uno pone el corazón, el tiempo tiene que ser lo de menos, no se trata de cuánto vamos a tardar o a cuánto nos va a salir la hora, sino que la pintura quede bien, se tarde más o se tarde menos. Para esto ayuda el tener mucha afición a la pintura y ganas de trabajar sin contar las horas. También ayuda, como es mi caso, vivir en una aldea de montaña: aquí no hay bares, ni siquiera una tienda de ultramarinos, y uno puede enfrascarse en su actividad.
¿Qué le parece el milagro de la lluvia en Villatobas que usted pintó?
Creo que el Señor es poderoso y sabe lo que hace, porqué lo hace y cuándo. Quizá, quién sabe, fuera su intención, además de salvar las cosechas, que se rindiera la debida alabanza y adoración a Jesús Nazareno, y si esto es así le salió muy bien la cosa pues hoy, casi cien años después, seguimos celebrándolo. Él sabe y nosotros como cristianos debemos confiar en su providencia porque quizá uno de los mayores milagros es que estemos vivos y tengamos la luz suficiente para saber que no nos olvida.
Otro trabajo del pintor Javier Hoyos
Puedes ver su trabajo aquí en su web: https://www.javierhoyos.com/
O en su página de Facebook: https://www.facebook.com/javier.hoyosarribas