La política contemporánea actualmente transita por un entorno mediático y digital que transforma la manera en que los partidos se comunican con sus votantes
En este contexto, LA FIGURA DEL TRÁNSFUGA, (hablamos por experiencia propia ya que lo hemos sufrido directamente) es aquel político que cambia de lealtad y ofrece información privilegiada de su antiguo partido a otro, es una figura que debe ser explicada para su conocimiento. El comportamiento de estas personas no solo refleja una falta de ética, sino que también pone en jaque la integridad de los proyectos políticos y la confianza del electorado. El tránsfuga, al actuar de la forma que lo hace, no solo traiciona a sus compañeros de partido, sino que también pone en jaque la confianza en el sistema político en su conjunto, en definitiva, su actitud es MISERABLE.
La información que posee, adquirida en el seno de un proyecto que ha abandonado, se convierte en un arma de doble filo. Por un lado, se usa para obtener beneficios personales en un nuevo entorno político; por otro, su uso desestabiliza y debilita el proyecto original, dejando a sus antiguos aliados en una posición vulnerable, además de generar un clima de desconfianza y cinismo hacia la política. La percepción de que los políticos cambian lealtades por su conveniencia personal alimenta la idea de que la política está totalmente podrida, donde la ética y la lealtad son conceptos en desuso, asi que el tránsfuga, al no poder ofrecer virtudes personales (porque carece de ellas), se convierte en un mero mercenario de la política. Su capacidad para influir en el nuevo partido se basa en la información que posee, no en su capacidad de liderazgo o en su compromiso con una causa.
Esto plantea una pregunta fundamental sobre la naturaleza de la política: ¿es posible construir un proyecto sólido y ético en un entorno donde la traición y la manipulación parecen ser la norma? La traición del tránsfuga no solo afecta a los partidos y a los políticos involucrados, sino que también tiene un impacto directo en los votantes. La desconfianza generada por estos actos lleva a una menor participación electoral y en un asqueo con la mal llamada actualmente, democracia, con lo que los ciudadanos, al ver que sus representantes actúan de manera tan miserable, pueden sentirse desmotivados para involucrarse en cualquier proceso político
En un mundo donde la información se ha convertido en el principal recurso para vincular al ciudadano, es fundamental que los partidos políticos trabajen para fomentar una cultura de lealtad y compromiso, donde la ética y la integridad sean los pilares de la acción política. Solo así podremos construir un sistema político más robusto y confiable, capaz de responder a las necesidades y expectativas de la sociedad.