La selección femenina de fútbol se proclamó campeonas del mundo, y en los festejos, acaparando los focos televisivo, estaba un personaje, no extinguido aún, y vergonzosamente se comportaba, ocupando un cargo como presidente de la federación.
El vergonzoso comportamiento comienza por aspavientos, actitudes chavacanas, inoportunos abrazos, en un vulgar forofo, que se agarra los testículos, abraza cual oso, y termina por dar un beso, agarrando la cabeza de Jennifer Hermoso.
Un personaje que retorna, empujado por estructuras de poder, mostrando sus “cojones”, y actitudes más animalescas, que humanas, más irrespetuosa que cordial.
Un personaje que el silencio cómplice de gran parte del mundo del fútbol, periodistas, algunos políticos, o demás tejido social, así como la justificación del acto, la acusación a la víctima, de otra parte importante de la sociedad civil, deja ver el riesgo de retroceso, y las dificultades de avance en la igualdad dentro del plano de la ciudadanía, igualdad derechos, obligaciones y oportunidades, para que cada persona, por ser persona, pueda desarrollar su vida, como desee, cree su identidad a su antojo, y viva su vida, conviviendo sin ser excluidas por estos principios.
Este suceso me ha recordado el comentario, que un antiguo jefe, expuso delante de mis compañeras, respecto a la mujer, “…qué más queréis” ya habían logrado mucho, que más querían, pues quieren todo, como yo, como los hombres. Este comentario sigue siendo un mantra del machismo victimista, que denomino.
Pues bien, este suceso que por fin a despertado la conciencia de una parte importante de la sociedad, no es aislado, no es de un señor, sino un hecho continuado, donde hay víctimas ignoradas, vilipendiadas, conocidas y desconocidas. Y si el feminismo no luchará, no seríamos consciente de su sufrimiento, y ¿Puede haber un bienestar social si una parte importante sufre?.
Recuerdo el caso de Niurka Nevenka, que se atrevió a denunciar el acoso de Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada, y el cual recibió el apoyo de su partido, y de una parte de la población de Ponferrada, que se manifestaron contra Nevenka. A pesar de que la justicia, condenó a Ismael Álvarez. Volvió a trabajar como político en el ayuntamiento, y Nevenka se exilio del país, con todo tipo de improperios.
Otro caso es el abuso sexual de chicas de la gimnasia rítmica por parte del seleccionador Jesús Carballo, sin ninguna condena. Un caso que no puede ser ignorado por los colaboradores del seleccionador. Y se juzgó a las mujeres que denunciaban.
También recuerdo sentencias donde una minifalda es una provocación, o usar condón redujo condena, al igual que el no defenderse. No olvidó el caso de la manada de San Fermín, donde se atacó virulentamente a la mujer. Y el aumento de violaciones grupales.
¿Realmente hay un feminismo falso? ¿Nos representan todos esos hombres que callan, se ponen de perfil, o acusan a las mujeres?
¿Estamos tan avanzados en igualdad, como dicen?
No es, por desgracia un caso aislado, ni individual, porque no olvidemos que hay un partido que gobierna parte de administraciones españolas, apoyando a otro partido, que denuncia los hechos, pero pactan con quién ataca a las mujeres.
Aún hay una estructura de poder que ataca a unas personas por ser mujeres, y la complicidad de los hombres, con su silencio, y/o ataque a cualquier caso de violencia, por mínima que sea, sostiene y mantiene el poder de una cultura machista.
Es hora también de gritar, como hombres, que esos machistas no nos representan, reprocharles su comportamiento, ser dignos y buscar una convivencia en igualdad con las mujeres. En realidad convivir con personas.