No estoy seguro de si la proverbial ignorancia que muestran amplios sectores de la sociedad puede contaminar al resto, o simplemente ejerce un profundo poder de sedación en los más débiles.
Tampoco sé si el exceso de «sabihondería» que exhibe una minoría, es buena para la sociedad en su conjunto, o sólo es buena para ellos.
Siempre ha existido esa clase de negociantes que saca réditos de todo, incluso de las ideologías, doctrinas y dogmas que predican una cosa y hacen lo contrario.
Son esas gentes que pretendiendo pasar por personas cultas, educadas, elegantes y formadas, muestran su proverbial e insufrible afán de posesión, dominio, control y poder.
Luego están los listillos, los enterados y aprovechados, que escondiendo sus espurios afanes, se introducen en ése peculiar mundillo de casta dominante, creando un falso estatus para vivir como potentados.
Y lo hacen a costa de los trabajadores, que bastante tienen con ganarse la vida desde la madrugada a bien vencido el atardecer por un octavo del salario de los cantamañanas.
La adaptación al medio, hacer de la necesidad virtud, o el cambio de imagen, servirán para presentarse en sociedad como una corriente moderna e innovadora, cuando lo único que ha cambiado es la forma y no el fondo. El envoltorio, no el contenido.
Acabo de ver el vídeo de la presentación del «nuevo» gobierno y he visto con agrado la vuelta a la normalidad en la indumentaria y en los ademanes de aquellos «podemitas» entonces vestidos de pandilla latina de barrio marginal, a estos «sumadores» pulcramente vestidos, acicalados y de refinados movimientos de traje impoluto, camisa de seda y corbata de cachemir.
Aquel ya desaparecido Iglesias y su pandilla latina al estilo de «Love Side Story Vallecano» que marchaba en apretada panda, con andares de pistolero del viejo oeste, con piernas arqueadas, brazos en jarras y mochila mugrosa de trampero canadiense.
Ya son historia aquellos «podemitas» que entraban en tropel al hemiciclo ocupando los mejores escaños, pateando y golpeando los escaños a la menor ocasión…
Entre el equipo de la oxigenada ex sindicalista y el ex perroflauta, sólo parecen quedar los posos del antiguo comunismo al que ellos se abrazan, el resto, ni las formas, ni los modos, ni su discurso, ni su comportamiento, ni su formación tienen nada que ver.
Parecen ya tan primitivos. ¿Quién se acuerda del Coletas?
Si yo tuviese posibles haría una película de su vida, con escenas tórridas incluidas.
Reconozco que fue un fenómeno sociológico. Hoy es un respetable «trabajador», creo…
Este que suscribe, entre los «podemitas» y los «sumaristas» me quedo con estos, porque yo como estos tampoco soy comunista.
Dicen que el comunismo es el arte de repartir equitativamente la miseria entre los pobres, para luego poder vivir los dirigentes con las altas dignidades que les proporciona su excelsa condición de papis y mamis de la revolución.
Lo dicho, este gobierno es muchísimo más elegante para desgracia de la oposición que no sabe como vestir.