Los franceses, como los americanos, mejicanos, argentinos; como los norteamericanos o italianos, no se andan con ambigüedades a la hora de mostrar su más encendido patriotismo.
No se andan por las ramas a la hora de lanzar a los cuatro vientos las excelencias de su país por encima de cualquier otro.
De hecho, los franceses llevan a gala haber acuñado la palabra chauvinismo para expresar que lo suyo es infinitamente mejor que lo de los demás.
Siendo que el chauvinismo es el resultado de la exaltación desmesurada de su elevado espíritu nacional y del amor por su tierra.
Pero Francia dicta mucho de ser lo que fue. Una Francia sumida en la inestabilidad política y pendiente del enésimo estallido social con varias generaciones de foráneos que viven en Francia, pero con sus orígenes impreso en sus entrañas siempre en tensión.
Una Francia sin gobierno, endeudada y con la prima de riesgo disparada no se parece en nada a aquella Francia magnífica con la vitola de tener la capital más visitada del mundo. De la Ciudad de la Luz a la de las restricciones eléctricas, del glamour a la penuria.
La enorme indiscriminada inmigración ha producido la mayor depresión económica de su Historia en países hasta hace poco poderosos.
Pobres chauvinistas que no se sienten con fuerza de cantar a todo pulmón aquella Marsellesa que a poco se convierte en el himno de Europa.
Y tras Francia, la todo poderosa Alemania teniendo que apretarse el cinturón porque los chinos vienen vendiendo harakiris para esta Eurocopa que está entrando en una profunda depresión.
Y en pleno contagio los países nórdicos…
¿España e Italia? Las dos sirenas varadas del Mediterráneo de momento se solazan en sus hermosas playas y monumentales ciudades vendiendo a Toche y Moche espaguetis a la napolitana y paellas valencianas con Cavas, Lambruscos, Tintos de verano y Limonchelos… ¡Ay, los latinos! Si España es la patria de los pícaros, Italia lo es de los fantasmas