Diagnósticos por WhatsApp

Nunca pude imaginar que un médico pudiese atender por teléfono a un paciente y éste pudiera pedir una foto sobre una parte determinada del cuerpo con la intención de emitir un diagnóstico.

De todos son conocidas las enormes deficiencias de la Sanidad Pública en cuanto a su pésima gestión en los últimos años, no en cuanto a la profesionalidad de nuestros sanitarios cuya formación, entrega y sacrificio están entre las mejores del mundo civilizado.

En lo personal tengo la inmensa fortuna de disfrutar de un médico de cabecera, o de familia como se le denomina ahora, al humanista más grande, al literato más lúcido y al filósofo más racional del mundo.

La falta de recursos, de profesionales, de camas, y exceso de usuarios, hacen que las listas de espera sean absolutamente inasumibles.

Y el problema tiene su inicio desde la atención primaria, con consultas atiborradas de usuarios, no voy a decir enfermos, ni pacientes, porque tal vez ahí radique el problema, hasta el punto de haber convertido a los médicos en burócratas expendedores de recetas, donde los actos médicos, las más de las veces, brillan por su ausencia.

Siempre que no utilicen a los médicos como vehículos para facilitar medicinas a bajo precio para luego ser remitidas a familiares de otros países en cantidades industriales.

Los farmacéuticos saben de lo que hablo, porque ellos lo sufren a diario.

En España hay ocho millones de nuevos pacientes llegados de los cinco continentes con hambre de hospital, de cirugías y de tratamientos, tal vez por las penurias sanitarias de sus países de origen, tal vez porque allí no atan los perros con longaniza.

No hace mucho, se recurría a las urgencias hospitalarias cuando habíamos agotado todos los recursos que la Sanidad ponía a nuestra disposición en las diferentes consultas médicas.

Eran aquellos tiempos cuándo los hospitales no estaban colapsados, porque los ciudadanos éramos más sufridos, menos exigentes, más pacientes, menos marisabidillas, más sosegados, menos hipocondríacos y menos intransigentes, además de no tener acceso a Wikipedia, la Ciencia donde radica el saber del pueblo ,»mejor formado» de la historia.

Tampoco debemos olvidar la obligada actitud de los médicos actuales, quiénes al verse superados en sus consultas por un gran número de impacientes cabreados, a veces maleducados, a veces impertinentes, a veces faltones y agresivos, a veces violentos, se han visto superados por situaciones de máxima tensión emocional.

De aquellas urgencias de último recurso, a estas nuevas urgencias para tratar uñeros, constipados, dolor de barriga, de anginas, de oídos y administración de píldoras luneras, se encuentra la respuesta al motivo que ha propiciado haber tenido una de las Sanidades mejores del mundo, a tener una de las peores de Europa.

Morirse de muerte natural en España se ha convertido en una nueva rareza, en una pintoresca noticia, ya que la muerte por negligencia, abandono o desatención es cada vez la tónica dominante. Ya lo vimos en la pandemia.

Y para tranquilizar a millón y medio de funcionarios, MUFACE está a punto de dejar sin Sanidad a tres millones de personas.

Veremos dónde nos lleva esta situación de extremada gravedad sanitaria donde la Seguridad Social no podría acoger este contingente de servidores y sus familiares… La posible quiebra de MUFACE habrá que agradecérsela a los hipocondríacos, a los insolidarios, a los abusadores, a los incívicos, a los egoístas, a los quejicas…

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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