Estos días los españoles estamos inmersos en una situación que jamás podíamos haber imaginado.
Hasta el Congreso parece ser el resultado de una comedia bufa donde se dan todo tipo de sainetes.
Leemos y oímos noticias absolutamente contradictorias, por un lado España es un desastre, va de mal en peor, todo es negativo…
Por otro, récords de afiliados a la Seguridad Social, mínima inflación, subida de sueldos, éxito de la reforma laboral, creación de innumerables puestos de trabajo, el turismo va como un bólido y los españoles establecerán una nueva marca estas próximas vacaciones con salidas masivas al extranjero .
Y como noticias estrellas, la amnistía, la financiación singular de Cataluña, más competencias para el país vasco, liberar del IVA al aceite de oliva y subida de sueldo del 2 % a los funcionarios.
Si nos fijamos en los precios actuales, es decir de hoy, la vida ha subido una barbaridad y los precios se pondrán por las nubes en los meses de julio y agosto, sin embargo las ocupaciones hoteleras en la costa se irán al 95%.
Hemos pasado de ser en el mundo de la economía, lo que se denominaba milagro español, a ser mirados, según dicen algunos, con recelo por una Europa que nos observa con lupa y no da crédito a lo que está sucediendo, al gastarnos el dinero que llega de Europa en fruslerías, según dicen otros.
Al gobierno no hay que hacerle mucho caso, dice la oposición, puesto que de la bicefalia de hace tres años se ha pasado a seis cabezas.
Los españoles jamás escarmentaremos en cabeza ajena y es justo en estos momentos cuando se teme que se de en nuestras carnes aquel nefasto ensayo comunista protagonizado por los griegos, que terminó con el mayor fiasco de su extensa historia, después de soportar el vacío al que fueron sometidos sus estómagos, y esto lo pregonan los agoreros.
No resultará extraño, aseguran, observar como en localidades sin ningún movimiento empresarial, industrial y comercial, empezarán a eclosionar protestas de todo tipo, pese a los rarísimos datos del paro donde todo se suma, donde todo se resta ante los cómicos tics de una ministra de trabajo de escasísima vida laboral que no para de hablar sin decir nada, que no para de moverse sin menearse de su sitio, que no para de meterse con el gobierno siendo ella la vicepresidente.
Pagar con nuestro dinero la potenciación de la miseria, el reparto equitativo de la pobreza y las enormes parcelas de poder, figura en el manual económico más incomprensible de la historia.
A muchísimos ciudadanos sólo les quedará comer ideología pasada de fecha y doctrinas caducadas como único elemento de supervivencia anímico.
España se ha convertido en el Gran Corral de la Comedia, donde los políticos son cómicos sin gracia, saltimbanquis escayolados, bufones aburridos, payasos de plañideras y como espectadores zombis inanimados, manejado por una clác a sueldo con cursos acelerados de polichinelas.
Ministras y ministros los martes, enemigos los miércoles y camaradas los jueves.
Esto que está ocurriendo es absolutamente inaudito. Que nadie intente analizarlo, que los analistas a sueldo ya se encargarán de contarnos la nueva versión de Alicia en el país de las maravillas, Un mundo feliz y Esta tierra es Jauja, y los otros, también a sueldo, con distintos pagadores, Esta casa es una ruina, Aquí no hay quien viva, Las de Caín y Los Miserables.
¿Quién dice la verdad? Lo mejor que podemos hacer el que pueda, es buscarla cómodamente sentados en el chiringuito de la playa con unas cervezas y unas lonchitas de mojama con un chorrito de aceite de oliva, ahora que se va a poner tirado de precio. ¿La mojama? No, el aceite. Bueno, la mojama también. Según la ministra, todo bajará de precio y el jamón de Jabugo también.