Si a esto se le llama gobierno de coalición, evidentemente este gobierno no me gusta.
Lo acepto por esta extraña democracia nacida de un sistema de elecciones «suis generis», que no recoge el sentir de la mayoría, sino la suma disparatada de agrupaciones, movimientos, partidos y organizaciones que en modo alguno comparten ni una minúscula parte de su pensamiento.
Había entendido que un gobierno de coalición es, cuando dos o más partidos, que generalmente profesan las mismos principios ideológicos, desean llegar a acuerdos para de esa forma compartir el poder tratando de gobernar a través de la negociación y el consenso.
Las coaliciones electorales se centran en la unión de dos o más fuerzas políticas, como decimos, para obtener la mayoría suficiente imponiendo así sus programas más o menos afines; además de proporcionar un único gobierno para demostrar a los ciudadanos que los deseos de mejora colectiva pueden ser agrupados en torno a un líder.
Cuándo se unen partidos de distinta ideología, distintas concepciones territoriales, diferentes sentimientos patrios, distintos objetivos, programas y convicciones, el gobierno se convierte en un mercado persa donde todo se vende y todo se compra. Que conste que lo han hecho todos…
A estos que conforman esta extraña coalición, sólo les une un interés estrictamente económico, jamás ideológico.
¿Qué les puede unir a PSOE, PODEMOS, SUMAR, PNV, COMPROMIS, JUNTS, ERC, COMÚ, O BILDU? ¡La pela!
Me da la impresión que Junts y PNV tienen lo mismo que Florentino de culé.
Esto nunca puede ser una coalición de partido, sino una reunión de mercaderes, con un reparto a toda regla del botín conseguido a diestras y a siniestras a los paganinis de siempre.
Esto se acerca a un despropósito a una afrenta, una provocación y una falta de respeto hacia unos ciudadanos que cada semana les resulta peor que la anterior y cada día es un motivo para la desesperanza, entretenidos en asegurarse el sustento cada día, como corresponde a un país donde los autónomos son los pilares donde se asienta el peso de la economía española.
Que en el consejo de ministros se sienten ministras y ministros de diferentes tendencias es harto complicado.
Que una vicepresidenta se muestre contraria a su presidente; que a cada instante amenacen con romper la coalición es un despropósito.