Púlpitos vaciados

Está comprobado que para evitar tensiones, crispaciones y malos modos, deberíamos evitar hablar de religión, de política, religión y fútbol, además de evitar juegos de mesa donde esté presente el dinero.

Y es que el tema controvertido de las religiones siempre es motivo de malestar entre las personas que tienen un profundo sentimiento religioso y las que no tienen ninguno. No hay término medio…

Las religiones mayoritarias están pasando por unos momentos delicados al ir perdiendo creyentes que se refugian en pequeñas confesiones supuestamente más cercanas, menos jerarquizadas, más tolerantes, menos dogmáticas, más comprensivas y menos justicieras, aunque con idénticas intenciones y parecidas estructuras.

Los encargados de confeccionar estadísticas ofrecen datos que sirven para tomar el pulso a una sociedad que se encuentra en plena evolución más que en una mínima revolución.

En estos momentos la mitad de los españoles afirman que son católicos, muchos de ellos no practicantes, otros practicantes a su manera y el resto se entretiene en mostrar un simulado recogimiento, un falso misticismo y una pretendida santidad, no sé con qué intención, puesto que el poder parece haber abandonado a los clérigos.

Hasta hace pocos años, el 75% de los españoles se confesaban católicos, más por cuestión de imagen que por convencimiento, más por cuestión social que por íntimo sentimiento, más por pose que por disposición.

La Conferencia Episcopal Española emitió un estudio no hace mucho en el que ofrecía soluciones a esta falta de compromiso por parte de los católicos:

«Potenciar la catequesis, dar un mayor papel a los laicos, incidir en una educación católica más sólida, rigurosa y especializada y animar a los jóvenes.

Es decir, nada, porque potenciar, incidir y animar es seguir abundando en la teoría…

Evidentemente no se habla de adaptación, de compromiso, de actualización, de eficacia, ni de naturalidad.

Los más críticos aseguran que en un futuro próximo inmediato, los templos, iglesias y conventos serán transformados en centros donde se ofrecerán todo tipo de actividades recreativas para evitar el abandono al que parecen estar condenados por falta de fieles.

Las iglesias seguirán perdiendo adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en una sociedad cada vez más laica, civil y desarraigada… desgraciadamente.

Y es que cuando los oficiantes bajan su nivel intelectual, su preparación humanista, su sólida formación, su cultura y poder de oratoria, los feligreses abandonan por aburrimiento.

La laicidad de una sociedad como la española no obedece a otra cosa, que a una corriente de agnosticismo imperante en los países nórdicos, escandinavos, Europa oriental y países bálticos desde hace décadas.

Y esta situación sólo traerá una gran depresión, una falta de valores y un cambio en la forma de vida en los países del primer mundo.

La falta de valores, moral, ética, espiritualidad, civismo, reglas, normas, urbanidad y humanismo, es proporcional a la falta de fe, religiosidad y espiritualidad.

Hasta el actual Papa está contribuyendo a esta gélida actitud ante una religiosidad basada en dogmas absolutamente desfasados y carentes de sentido.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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