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La empresa textil Rubén García e Hijos impulsa este proyecto junto a Clóchinas Navarro y Feedect Entogroup y colabora con AITEX e ITINE
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Los compuestos, que proceden de fuentes renovables y se degradarán más rápido que los derivados del petróleo, se aplicarán en la industria alimentaria
El Instituto Valenciano de Competitividad e Innovación (Ivace+i), que preside la consellera Nuria Montes, respalda el desarrollo de nuevos procesos que permitirán aprovechar las conchas de bivalvos, como clóchinas y mejillones, así como restos de insectos para producir envases alimentarios más sostenibles.
El objetivo es obtener nuevos materiales y aditivos de alto valor añadido que, a diferencia de los compuestos convencionales derivados del petróleo, sean rápidamente degradables y provengan de fuentes renovables, con el fin de reducir el impacto en el medio ambiente.
La empresa de hilaturas Rubén Gandía e Hijos coordina este proyecto junto a Clóchinas Navarro y Feedect Entogrup, si bien también colaboran los centros tecnológicos ITENE y AITEX, especializados en envases y embalajes y textil, respectivamente.
La iniciativa, que se denomina ‘Valvospack’, está alineada con la estrategia de la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo y cuenta también con financiación de la Unión Europea en el marco del programa Comunitat Valenciana FEDER para el periodo 2021-2027.
Se trata de un proyecto con impacto en la cadena de valor empresarial que no solo impulsa la economía circular a través de la innovación, sino que avanza también hacia la consecución de la simbiosis industrial y el residuo cero, en línea con los objetivos que en materia medioambiental ha establecido la Unión Europea.
Para ello, ‘Valvospack’ trabaja en una doble dirección. Por una parte, pretende valorizar las conchas de mejillones y clóchinas para obtener carbonato de calcio y, por otra, aprovechará los restos de escarabajos adultos de la especie Tenebrio molitor, cuyas larvas se conocen popularmente como ‘gusanos de la harina’, para recuperar quitina, un biopolímero con propiedades antibacterianas presente en el exoesqueleto de los insectos.
En la actualidad, tanto el carbonato cálcico como la quitina son dos aditivos que suscitan el interés de la industria por su capacidad de mejorar las propiedades de los biopolímeros termoplásticos. De hecho, el coordinador de esta iniciativa, la empresa Rubén Gandía e Hijos, está probando la incorporación de ambos compuestos para producir fibras sintéticas más sostenibles, aptas, además, para su uso en envases alimentarios.
Fase de validación
El proyecto, que finaliza en este año, se encuentra ya en plena fase de validación, lo que significa que se están ensayando diversas formulaciones de bioplásticos con los aditivos extraídos de bivalvos e insectos. Los que obtengan los resultados más prometedores se emplearán para tejer una malla destinada al envasado de clóchinas y mejillones.
En este punto, Rubén García e Hijos colabora con AITEX, el centro tecnológico de referencia para el sector textil, mientras que ITENE, instituto especializado en el desarrollo de soluciones para la industria del envase y embalaje, coopera con Clóchinas Navarro y Feedect Entogrup en la recuperación e implementación de los aditivos procedentes de moluscos e insectos.
La iniciativa se alinea con las conclusiones del Comité de Innovación en Economía Circular, que apuesta por desarrollar innovaciones que incidan en una valorización más eficiente de los residuos. Asimismo, ‘Valvospack’ se encuadra en los ejes principales de la Estrategia Especialización Inteligente de la Comunitat Valenciana, S3, que coordina la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo.