Llamamos facha al aspecto externo de una persona, especialmente cuando describimos una imagen descuidada desaliñada y ridícula.
Por tanto, se dice del individuo que busca pasear su facha estrafalaria por fiestas y saraos, con el objetivo de llamar la atención.
Muchas veces hemos rehusado una invitación, diciendo que no queremos salir, porque estamos hechos unos fachas.
Nuestras madres muchas veces nos dijeron: Pero hijo, ¿dónde vas con esa facha?
Es la segunda acepción la que me llama la atención, aquella con la que se tilda al adversario de una tendencia política conservadora con el único afán de insultarle.
Algo que me resulta chocante, ya que los que emplean el calificativo de fachas con la intención de insultar son los que presumen de tolerantes y ser defensores de la libertad de ideas, doctrinas, credos y confesiones religiosas.
El término fascista se utiliza para aludir a personas de ideología fascista con la deliberada voluntad de insultar.
Así pues, fascio, fascista, facha y de ahí violento sanguinario.
Y justo en ese momento de la cruel metamorfosis lingüística empieza la consideración de insulto grave, donde el que lo lanza se queda satisfecho al descargar su odio y el que lo recibe no entiende la descalificación por no creerse merecedor.
Sería bueno recordar que el movimiento fascista fue liderado por el periodista Benito Mussolini, «Il Duce», como después se le llamó, que curiosamente se había afiliado en 1914 al Partido Socialista Italiano (PCI), del fue expulsado por su extremado nacionalismo, contrario al internacionalismo, uno de los puntos ideológicos de los socialistas.
El ex socialista Benito Mussolini, reconvertido en máximo dirigente e ideólogo fascista, adoptó gran parte de la parafernalia del Imperio Romano, en el que se inspiraba y del que tomó el saludo con la mano en alto, conocido como saludo fascista.
De momento del saludo apache no se dice nada, ni de los siux, ni navajos tampoco.
De tanto oír la palabra fascista, he llegado a la conclusión de que muchos de los que hacen uso de esa palabra, no tienen ni idea de lo que están diciendo, cuando la emplean con el único afán de insultar, de zaherir.
Es el insulto del papagayo, que repite la onomatopeya de una palabra sin saber lo que dice.
En total, el ex socialista, gobernó Italia 19 años sin ninguna oposición, hasta que en 1943 fue derrocado por el propio Gran Consejo Fascista por orden del Rey, al que reconocieron sus atribuciones, después de que los aliados invadieran Sicilia, en un intento claro por impedir que esa invasión saltara a la Península italiana.
En resumen, el fascismo y el comunismo son el resultado del rebote de algunos ex socialistas que huyeron instalándose en ambos extremos.
Es el síndrome de algunos ex clérigos, que al colgar los hábitos se hacen ateos, no por convicción, sino por cabreo.
Mientras tanto sigan llamando fascistas los que no teniendo ni puñetera idea, hacen buena la descalificación que profirió la sartén al cazo, cuando le dijo: ¡Sucio! ¡Apártame que me tiznas!