Las fotos de 16 usuarios del Centro de Alzheimer pasan del blanco y negro al color para subrayar la importancia de adoptar una actitud positiva en la atención de los enfermos. Su directora, Mar Carrasco ha pedido mantener la paciencia, usar la creatividad y apoyarse en el amor porque, al final, “la memoria emocional es siempre el último refugio”.
Un mural con 16 fotos en relieve que, miradas desde un lado muestran rostros tristes y en blanco y negro y que, según vas caminando hacía el otro lado, descubren esos mismos rostros de los usuarios del Centro de Alzheimer a todo color y con una sonrisa.
Esta técnica fotográfica ha servido de base para el trasfondo del mensaje que se ha mandado este viernes en el acto con el que el Ayuntamiento de Daimiel ha celebrado el Día Mundial del Alzhéimer.
Un evento que, ante la previsión de lluvias, se ha trasladado al salón de plenos municipal y donde se ha insistido en que, a pesar de la crudeza de esta enfermedad, siempre será más llevadera afrontarla con una actitud positiva, como ha reiterado la directora del centro daimieleño, Mar Carrasco.
Esa mirada en color del entorno familiar, de los profesionales y de las instituciones públicas que velan por aquellos que nos cuidaron y que ahora necesitan de la mejor predisposición posible para atenderles cuando son ellos los que necesitan de esos cuidados.
Carrasco ha pedido que esas atenciones lleguen desde la paciencia, la creatividad, el buen humor, el respeto y el amor porque, al final, “la memoria emocional es siempre el último refugio”. Un mensaje donde también solicitaba a los profesionales “vocación de servicio” para facilitar los procesos que, irremediablemente, van ir apareciendo durante el avance de la enfermedad.
Y donde, como reflexión final, conectaba la etimología de pensar y cuidar (comparten la raíz latina cogitare) para que “cuando nos toque cuidar a un familiar hagamos el esfuerzo de planificar, organizar y replantearnos lo que estamos haciendo desde una actitud positiva”.
La directora del Centro de Alzheimer ha agradecido la presencia del resto de profesionales del servicio, entre las que también se encontraba la terapeuta ocupacional, Ana María Ramírez de Arellano, actualmente de baja médica. Carrasco ha indicado que este hecho ha condicionado el proyecto inicial, pero que éste se retomará en un futuro.
También han asistido varios usuarios del centro, sus familiares, profesionales y socias del Centro de Mayores y una representación de la Corporación Municipal, liderada por la teniente de alcalde y concejala de Servicios Sociales, Alicia Loro.
En su intervención, ha mostrado su compromiso y su apoyo a “las políticas públicas que nos acerquen a un futuro donde el alzhéimer sea algo del pasado”. También ha tenido palabras para los enfermos y para los que los acompañan en cada paso de su camino porque “detrás de cada diagnóstico, hay una red de afectos que se ve sacudida”. Por eso, ha destacado el papel de los cuidadores ya que “se convierten en los guardianes de la dignidad de sus seres queridos”.
Es lo que sabe bien Angelita Fernández de Marcos. Su marido, Guillermo, es uno de los usuarios del Centro de Alzhéimer. Su deterioro, lo que en principio eran unos pequeños despistes, se agravaron durante el confinamiento por el covid. Su caso no es único. La pandemia ha acelerado un deterioro que podría llegar, pero más pausado.
Lo que también se repite, y esto es una constante antes y después de la irrupción del coronavirus, es el apoyo que encuentran los familiares en el centro. “Para mi supone mucho, si no, no podría vivir. Me puedo organizar, salir a mis recados y hasta tomarme un café con una amiga”, comentaba.
Angelita ha puesto voz al sentimiento que comparten unos familiares que no ocultan los malos momentos, pero que prefieren agarrarse a la actitud positiva que impregnaba el acto. Porque no hay mejores alternativas y porque mientras suene la música hay que seguir bailando, pase lo que pase. “Me da besos en la mano, me dice bonita y, aunque no es como antes, pongo música y nos echamos un agarrao”, decía con una sonrisa de oreja a oreja.
Es la dualidad de esta enfermedad, los fugaces momentos que pintan de color un oscuro proceso. Las dos caras del alzhéimer.