El verano se presenta tórrido a juzgar por los calores que llevamos soportando, los termómetros a punto de reventar y nosotros pasar estado licuoso.
Noches largas entre sofocos, sudores y desvelos, paseos hasta el frigo y tragos de agua gélida para favorecer crónicas amigdalitis.
Y a pesar de los calores los políticos siguen calentado el cotarro, no sé si para dar gusto al personal o para justificarse ante sus respectivas parroquias, parroquianos y feligreses. Es lo que tienen estos botarates, que incendian la calle mientras ellos disfrutan de potentes aires acondicionados, naturalmente oficiales.
Ahí los tenemos a todos, los unos, los otros y los arrimados más frescos que un salmorejo…
Ahí están entretenidos estos ociosos, aparentemente a la gresca, a punto de echar la persiana hasta bien entrado septiembre.
Que si la Begoña, que si el novio de Ayuso, que si Nacho Cano, que si Almeida se casó embarazado, que si el hermano de Sánchez, que si la Montero no sabe idiomas, que si la Marijesú busca un logopeda, que si VOX rompe con el PP…
Y aquí estamos los que nos importa un bledo todas estas paparruchas democráticas, esperando que gane España a Inglaterra para de inmediato pedir a los guiris Gibraltar y las bodegas de Jerez.
¿Que a qué viene el título de Coitus interruptus, ora pro nobis?
Pues por lo que ha dicho el gabinete de sexología de la Universidad Católica de Oslo, que con estos calores el 86% de los noruegos que viajen a España sufrirán gatillazos espectaculares por estas tórridas temperaturas para desesperación de las noruegas.
¡Qué caló, Virgen Santa!