Desconozco el nivel al que debe descender la clase política española, sobre todo, los que integran las cámaras, 616 más o menos.
No puedo entender cómo no se les puede exigir a esta gente un mínimo nivel formativo y cultural, además de una sólida cualificación y una amplia experiencia laboral como al resto de los españoles, a no ser que gocen de una extraña amnistía cultural e inmaculada y virginal vida laboral.
No me atrevo a decir que ciertas instituciones ya tocaron fondo hace tiempo, incluso están por debajo del mínimo nivel exigible a quienes pretenden solucionar nuestros problemas sanitarios, educativos, sociales, laborales, de vivienda y demás servicios sociales.
Mientras tanto, nos entretendremos en ver a los diputados graznando a ver quién grazna más y más fuerte.
Algunos vistiendo camisetas reivindicativas de países con los que apenas tenemos relación, con conflictos de los que deberíamos tener cierta equidistancia y con conflictos diplomáticos en donde no se nos ha perdido nada; otros exhibiendo pancartas y algunos aporreando los escaños.
Vemos con gran naturalidad a expresos separatistas dando lecciones de fidelidad, vemos a condenados amnistiados, activistas hablando de paz, independentistas mamando de la ubre de la vaca del vecino, mansos pendencieros , tiernos y amables provocadores, delincuentes dando clase de honradez, recatados y probos exhibicionistas , desocupados ofreciendo trabajo y toda la indigente gama de una sociedad decadente y bajo mínimos, dispuesta a gobernarnos a todos según su degradante ética y su exagerada hipocresía.
Vemos con demasiada frecuencia a individuos que se han dado cita en este gran carnaval, donde las comparsas cobran miles de euros del erario público, para desplegar toda una gama de improperios, elementalidades, gamberradas, vergonzantes gracietas y sublimes banalidades…
Y mientras, ellos, elles y ellas se divierten, se besan, se abrazan, se estrujan, se jalean, se aplauden, vitorean, y se entretienen en cafeterías y restaurantes subvencionados, disfrutando de todo tipo de prebendas, aforamientos, dietas de transporte, billetes en Bussines, hoteles de 4 y 5 estrellas, comisiones, guarderías, niñeras etc. etc…
¿Tiene o no tiene guasa el asunto?
Deseando estamos que toda esta jarca dentro de unos dias se vaya de vacaciones y no vuelva a molestar hasta septiembre.
El día que la mayoría de los ciudadanos se den cuenta de quienes son estos papurris y mamurris de la patria, ese día el pueblo español alcanzará cotas propias de un país avanzado.
Mientras tanto seguiremos ejerciendo de irredentos pagafantas.
Y lo peor es que al final nos gobernarán pequeños partidos, agrupaciones, movimientos vecinales, peñas, círculos, mareas, confluencias o asociaciones, que lejos de pensar en el bien de TODOS los ciudadanos, estarán pendientes de su causa, de su promoción personal y lo que aún es peor, de destruir desde dentro, el país que les paga, promociona, alimenta, satisface y defiende.
Es como si alguien contratase de guardaespaldas a su más encarnizado enemigo. Es como poner un zorro a defender una granja de gallinas, o un goloso compulsivo de celador en una pastelería, o un «fumao» de capataz en una plantación marihuana.
Personalmente estaría dispuesto a pagarles el sueldo íntegramente a los 616 señorías durante cuatro años con la condición de que se queden en casita.
Para ellos las elecciones serían como ganar el sueldo Gallina Blanca.
¡Señor! ¡Qué cruz!