LOS COLORES DE NUESTRA VIDA

Nos gusta mirar la vida a través de aquellos colores que denotan alegría, que nos imprimen frescura, pasión, pureza, ilusión, esperanza, felicidad, deseo…

En cambio nos disgustan los otros, los que nos transmiten tristeza, pena, abulia, desasosiego.

Y teniendo el caleidoscopio que da alegría a nuestra vida, a todos los colores les encontramos una extraña atracción, algo muy especial, indescriptible, tentador, emotivo, pasional, embriagador…

La inmensa suerte de los videntes es poder ver los colores tal como se nos presentan en la naturaleza, sirviéndonos para airear nuestras virtudes y descubrir nuestras frustraciones.

Generalmente nos fascinan el azul y el rojo, por el contrario, nos sentimos poco atraídos por el morado, que es una consecuencia de ambos; ni por el marrón, ni tal vez por el amarillo.

Y es que no nos gusta pasarlas moradas, comernos ningún marrón, ni el amarillismo de ciertos medios de comunicación. Al menos eso dicen los «corilórogos».

A veces nos ponemos rojos de ira, aunque nos recreemos en el verde que nos llena de esperanza y en el celeste del cielo que nos hace soñar y en el marino que nos inunda de paz…

De la fuerza de los colores, de la incidencia que tienen en nuestro ánimo se han dado cuenta los partidos políticos y han hecho suyos colores determinados siendo al final el color que los define y a través de él obtener beneficios de los que disfrutamos de un mundo pleno de colores.

Esta afición por definirnos a través de los colores también la tienen las entidades bancarias que usan su influencia para atraernos hacia ellos para así hipotecar nuestras vidas hasta vestirnos de números verdes y rojos.

Y si vamos más lejos, sólo tenemos que observar como juegan con los colores las distintas religiones, con sus liturgias, sus ceremoniales y ritos en donde los colores significan tanto…

La pureza del blanco; la sangre púrpura del martirio; del amarillo, riqueza; del azul, cielo; del morado, pasión; del marrón, pobreza; del verde, esperanza; del negro, luto y dolor…

Cada mañana deberíamos salir de casa con un lacito que denotase el estado de nuestro ánimo. Sería una buena manera de evitar sorpresas y disgustos a los demás y proporcionarnos felicidad a nosotros mismos… Sería una forma de atracción o rechazo, de alerta o confianza…

Mientras algunos se juegan la vida al rojo o al negro, nosotros nos aferramos a ver la vida de color rosa, España se viste de negro, mientras otros se están poniendo morados, con sueldos quince veces el salario mínimo y exhibiendo el amarillo que denota su pasión por el oro… Es lo primero que se llevaron a Moscú los ideólogos.

El Rojo del Banco de Santander, de Coca Cola o del Ferrari. El Azul de Nivea, BMV, Intel, o Facebook. El Verde de las Cajas Rurales, Sprite, Lacoste, o John Deere… ¡El Verde Guardia Civil! Y así hasta llegar al Rosa de Barbie…

Y si este seguro servidor que les entretiene tuviese que elegir un color con el que llenar mi vida, eligiría el arco iris de los siete colores que aparecen tras la tormenta como un signo de esperanza.

Enrique García-Moreno Amador

Presidente del Ateneo de Ocaña

Escritor y amante de Ocaña y su historia

Tags: El Atril de Enrique García-Moreno

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Enrique García-Moreno Amador

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