Cuenta la leyenda que el gigante mitológico Hércules, en su tránsito y peregrinaje por la península ibérica se detuvo frente a un gran promontorio rocoso, sorteado por un meandro natural del río más extenso del lugar.
Allí, horadó la piedra, construyendo un entramado cuevas y túneles, que en siglos venideros serían los cimientos de un lugar objeto de deseo de los pueblos que a él acudían.
Más allá de las leyendas que forman parte de la naturaleza de esta ciudad, conocemos que hacia el año 1800 aC, en plena edad del Bronce, un grupo poblacional de carpetanos se asienta sobre un cerro frente a lo que miles de años después sería una ciudad. Un lugar protegido en su altura en el que se practicaría la caza y la pesca, dado su acceso cercano a un caudaloso río, o la recolección de cereales.
El Cerro del Bú, sería el primer asentamiento poblacional conocido hasta la fecha en Toledo. El hogar de los primeros toledanos.