En cierta ocasión me publicaron un artículo, algo que era habitual en aquel periodo de mi vida, que levantó una inusitada polémica sin que mi intención fuera la que en aquel momento se interpretó.
Tenia una columna en el diario nacional El Alcázar y aquel artículo tenia un componente claramente irónico.
Escribí sobre las miradas del aguila bicéfala, que se dirigían en dirección contraria, para no tener que soportarse más de lo que les imponia su cuerpo común.
En él escribia, que si en algun momento las cabezas del Águila Imperial del Escudo de Toledo se girasen hasta mirarse de frente, estas terminarían a picotazo limpio.
Y esta posible imaginaria gresca entre las dos cabezas del águila toledana me anima ahora a seguir elucubrando, no sin tener una sensación de tener una indisimulada inocente maldad.
Y recordando aquel artículo y sus no muy gratificantes consecuencias, de pronto y no sé por qué, ahora en este momento, le atribuyo esa bicefalia del águila toledana no a Bahamontes sino al actual gobierno, que al ser de coalición, todos vemos, que siendo el mismo cuerpo, tiene dos cabezas distintas.
El problema del águila bicefala es, que teniendo el mismo cuerpo comen el doble al tener dos picos y por tanto dos tragaderas.
Las dos cabezas corresponden a Sánchez y Díaz, que parecen fieles continuadores de la representación bicefala del Escudo de Toledo, con cada una de ellas mirando en sentido contrario, mirando para los extremos y perdiéndose la visión del centro.
En este gobierno bicéfalo una de las cabezas, la que mira al extremo izquierdo, de vez en cuando mira desconfiada, de reojo, a la otra cabeza, dando la sensación que de un momento a otro se van liar a picotázos.
Seguí imaginando y de forma impensada, a la parte del gobierno representado por la cabeza que mira al extremo oriente, se le fue el sentido por culpa de su extrema necesidad yéndose en busca de un cuerpo donde implantar su cabeza, para poder vivir como un ente propio por aquello de tener el mismo estómago.
Yolanda, La Aguileña, nunca mejor descrita, no deja de dedicarle arrullos y tiernas miradas a la cabeza de Pedro, siendo más que aguilas agapornis* dedicados a su insaciable besuqueo.
Y ante esta visualización de mi peculiar manera de ver la nueva Águila Bicéfala, he tenido el impulso de deshacerme de mi pareja de agapornis* que no cesan de besarse, teniéndolos que vender por prescripción facultstiva y con lo que me han dado me he comprado dos capones de corral, que seguro que me darán más avío para estas fiestas.
El comprador me ha preguntado por sus nombres y yo ni corto ni perezoso le he dicho que Perico y Yoli.
También me ha preguntado por la posibilidad de que crien y yo, sin pensarlo le he dicho: Dios no lo quiera, y el comprador mosqueado me ha preguntado: ¿Por qué? . Porque comen muchísimo, he respondido de inmediato.
Así que una vez más he empezado con una cosa y terminado con otra. He empezado con el águila bicéfala y terminado con agapornis*.
De momento me he quitado de comprarle alpiste a dos pájaros que no cesaban de proferir un griterío desagradable. Al menos si fueran ruiseñores, incluso jilgueros… Y es que cada vez me gustan menos los pájaros.
*Agapornis = Periquitos del amor.